Grabación 4

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Comienzo de la grabación 4
No pude evitar girarme al notar unos pasos rápidos que sonaban cada vez más cerca de los míos. Giré la cabeza. Nada. Extrañado iba a continuar mi camino cuando me encontré con unos grandes ojos negros mirándome alegres e inquietos. El muchacho, de más o menos mi edad se separó de mí, me extendió su mano y mostrando sus amarillentos dientes se presentó:
- Me llamo Lark, soy de Trent, un pequeño pueblo al sur de Creekbeen, ya sabes, la ciudad con la mayor tienda de burritos del condado. Creo que he ido a esa tienda como... ¿500 veces?
Y así, el tal Lark, continuó hablando 10 minutos: que si la tienda de burritos, que si su abuelo es el primo del abuelo del alcalde, que si el riachuelo de Creekbeen era el más antiguo del condado... En fin, el chico era alegre, pero se pasaba de cansino.
- ¿ Y tú como te llamas?- Preguntó derrepente
Por fin ese chico había dejado de su pueblo.
- W.B.
- ¿W.B.? ¿Pero eso es un nombre, enserio?- salió de su boca una carcajada lenta y sonora, y volví a contemplar esa boca repleta de mugrientes caries.
-Es un apodo.
-¿Apodo? En Trent, ponemos apodos más inteligentes...- creo que ya estaba tardando demasiado en volver a hablar de su queridísimo Trent.
Llegamos a la puerta del refugio. Interrumpiendo su historia dije:
-Tengo que subir arriba.
- Lo sé y soy tu acompañante. Vamos, voy yo primero.
- A partir de la puerta no podremos decir nada, es peligroso llamar la atención.
Lark amaba hablar, pero era un jodido cobarde y nada más pronunciar esas palabras, cerró su enorme bocaza.
Subimos las escaleras completamente en silencio, con cuidado de no hacer ruido ni al pisar. Creo que era el récord de Lark en aguantar más tiempo sin hablar porque se estaba empezando a poner colorado. Nada más pisar el último escalón me dirigí al sitio donde, desde hace tiempo, más tenía curiosidad en mirar. Se que estaba prohibido entrar, pero, tal vez eso era lo que me hacía querer entrar. El despacho de Nash. Me creía la historia que él me contó sobre el pelotón perdido y las señales dentro del cuartel; pero no era eso lo que más despertaba esa curiosidad, sino que Nash sabía de mí y de mi pasado, y sabía quién era yo, y lo más importante, quién era mi padre.
Fin de la grabación 4
W.B.- Cambio y corto.

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