D de Dragón

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"¡Kobayashi-san es mi luz!"

Aun perdida en el sonido del tren corriendo a toda velocidad por las ví­as, Tohru no podí­a dejar de darle vueltas a aquellas palabras que tan impulsivamente le gritó a su padre. Lo había dicho sabiendo las consecuencias que acarrearía, lo que pensaría de ella y lo que significaba. Era toda una declaración de intenciones, al fin y al cabo. Y aunque su amor desmedido por Kobayashi nunca fue ningún secreto para nadie, se dio cuenta de la magnitud de sus palabras mientras viajaban a la casa de los padres de esta. La quería, sin duda alguna. Estaba enamorada, tanto que se había enfrentado a su padre, el temido emperador de la muerte, sin pensárselo dos veces. Por la misma razón se negaba a seguir a Elma y a marcharse. Y también por eso se enfrentaría con espada y lista de la compra en mano a todas sus dudas, a esa parte de ella que todavía se planteaba si era o no buena idea quedarse en el mundo humano. Y se vencería incluso a sí­ misma con tal de permanecer al lado de la programadora y de Kanna en esa pequeña pero feliz familia que las tres conformaban.

-¿Ocurre algo, Tohru? -Cuestionó Kobayashi, acariciando los cabellos de la dragona albina que se había dormido en su regazo.

-¿Por qué lo dices, Kobayashi-san?

-Estabas pensativa, y eso es raro en ti.

-Oye. -Se quejó-. Yo también uso el cerebro. Y más que muchos inferiores humanos.

-¿Entonces? ¿Qué ronda por esa cabecita tuya?

-Yo... la verdad es que estoy un poco nerviosa. -Y aquello era cierto, pero sólo a medias. No había sido su principal preocupación, pero la idea de conocer a los padres de Kobayashi la llenaba de ansiedad-. Espero caerles bien a tus padres.

-Seguro que sí­, siempre y cuando no les cocines tu cola.

-Ya he prometido que no lo haría... -Una vez más, sus labios se torcieron en un mohín caprichoso. La pelirroja al verlo esbozó una sonrisa diminuta. No se lo diría, pero ese tipo de expresiones le parecían extremadamente adorables. Casi tanto como Kanna respirando o siendo Kanna-. ¿Cómo son?

-¿Mis padres? -Ante el asentimiento de Tohru, Kobayashi se llevó una mano a la barbilla, meditando su respuesta-. Normales, creo. Mi madre es una mujer amable y mi padre es un poco severo, aunque nada comparado con el tuyo. No están acostumbrados a las cosas excéntricas, pero se amoldan bien a las circunstancias.

-Suenan parecido a ti.

-¿A qué te refieres?

-A que eres el tipo de persona que no se sorprende por nada.

-Una dragona cosplayeada de sirvienta apareció un buen día en mi casa, así­, de sopetón. Creo que ya nada puede sorprenderme.

-Tú me invitaste.

-Y no sabes cuánto me alegro. -Por un instante, la programadora la miró a los ojos, como si tuviera algo muy importante que decirle. El corazón de la dragona dio un bote tanto por la frase como por la repentina seriedad que había adquirido el ambiente. En el vagón del tren estaban ellas y otras cuatro personas, pero esa gente podría haber desaparecido y jamás se habrían enterado-. Oye, Tohru, cuando...

El tren se detuvo entonces, como si el universo no quisiera dejar hablar a Kobayashi. Kanna se despertó y la rubia chasqueó la lengua. Sentía como si le hubiesen arrebatado un momento muy importante. Ambas lo pensaban, pero su oportunidad para hablar se había evaporado.

-¿Ya hemos llegado? -Preguntó adormilada la pequeña Kanna, arrastrando la voz y frotándose los ojos.

-Eso parece. -Juntas, esa peculiar familia salió del tren y de la estación. Fuera, Kobayashi respiró hondo, se estiró e hizo el mismo ruido que los gatos cuando se desperezan, inhalando con sus pulmones todo el aire posible-. Qué nostalgia. -Comentó-. Y qué bien sienta volver de vez en cuando.

D de Dragón [Kobayashi-san chi no maid dragon one-shot]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora