El museo

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Por fin, estábamos en las últimas semanas de curso. Mi colegio por fin hacía una excursión aceptable, que básicamente era un Spain Tour en los que pasábamos tres días en Sevilla, otros tres en Madrid y cuatro en Valencia. Hoy era el segundo día en Madrid, y estábamos en el museo del Prado. Para que os voy a engañar, era un peñazo. Pero bueno, como los profesores ya estaban hartos de nosotros pues pasaban de nuestra cara. Aunque el de sociales era muy majo y agradable y siempre me ponía buena nota (y me seguirá poniendo). Estaba yo empanado mirado un cuadro de una chica desnuda (parecía maja) cuando se me acercó mi amiga Julia:

-¡César, que nos tenemos que...! ¡¿Pero que estás mirando, descarado?!

-¿El qué?

-Déjalo... Ay... Todos sois iguales... En fin, que hay que irse ya.

-Joe, ya? Prefiero quedarme aquí mas que ir al retiro. Pa' que vamos a ir, si es un parque. Pa' parques bonitos ya tengo yo el Carmen del pueblo de mi madre.

-Anda, déjate de tonterías y vámonos.

Nos dirigiamos hacia la salida, cuando de repente Julia se detuvo y se quedó mirando a lo lejos, y comenzó a andar para otra dirección.

-Pero Julia, ¿no nos teníamos que ir?

-Calla.

Tan simpática como siempre.

Se detuvo delante de un cuadro un tanto extraño llamado "Las Meninas".

-Fascinante, ¿no crees?

-Sí... Ya...

*5 minutos después*

-Emmm... ¿Queréis que os deje a solas?

-Necesito tocarlo.

-Se te está yendo la olla.

-Voy a tocarlo.

-Pues haz lo que quieras tampoco me cuentes tu vida.

Julia decidió tocarlo. Parpadeé medio segundo y, Julia no estaba.

-Eh... ¿Julia? ¿Dónde estás?

Pensé que se había ido a la salida, así que me levanté con intención de ir yo también. Pero así como quien no quiere la cosa, también sentí la necesidad de tocarlo. Intenté evitarlo, pero la tentación pudo conmigo. Lo toqué y al instante aparecí en una habitación completamente diferente. Demasiado antigua como para ser en el museo, pero me sonaba mucho. Miré a mi izquierda y vi a Julia con cara de sorprendida.

-¿Dónde estamos? -Le dije a Julia.

-Creo... que en el cuadro de las meninas.

-Qué cosas dices.

-Que sí, mira.

Miré hacia donde señalaba y vi a una niña idéntica a la del cuadro, además de al cuadro y a un tío pintándolo.

-¡Pero qué me estas contando! ¿No estaré soñando?

-No hijo no... Porque yo también lo estoy viviendo.

Viajando Por El BarrocoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora