Mamá Cele.

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No todos tienen la pasión y la vida como si se les hubiesen concedido por los dioses.
No la tienen como tú.
Con bombas saliendo de los dedos y la sangre caliente huyendo a borbotones de los labios.
Con el horizonte borrado, con los pies siempre cansados.
Con el hogar en la carretera,
con los besos olvidados.

No todos tienen la risa fugaz y los ojos brillantes,
viviendo como si fuésemos estrellas y no solo polvo
como si en su alma se encontrasen las montañas siberianas.

En tus manos las flautas y en tu mirada el océano Pacífico,
enorme, no tomas café
enorme, no bebes agua de manantial
enorme, me besas los párpados.

En tus fibras las nubes, en tus pies sucios la tierra de mil pueblos,
Y vivías, carajo, como vivías.
Como si el mundo ya estuviese completo
Con solo respirar.

Y es que, es verdad.
Las galaxias se alinean y el mundo inhala,
tu enojo causa terremotos, quemas aldeas con tus gritos.

Y rezamos, y siento que se escucha,
porque tu transportas,
Porque no eres de aquí.

Eres los barcos de hace siglos,
Embarcaciones enteras,
Eres los truenos y el pasto bajo los pies
Y curas con las pupilas.

Eres mía, aún cuando te has ido.
Reposas en la luna y la estrella fugaz que nadie vio.
La guerra y la magia y los ojos cansados,
las arrugas y las manos cansadas.

No te cansaste, en realidad, estabas más llena de luz que nunca.
No moriste, te uniste a la madre tierra en tu propia manera.
Me enseñaste de rabia y de colores, tortillas y plantas.

La curandera, la madrecita, la partera, la que rezaba, abuela, abuela, abuela, mamá, mamá, mamá.

Te veo, en las nubes.
Te veo.
Aún te veo.

en los suspiros Donde viven las historias. Descúbrelo ahora