El inicio

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Después de una noche en vela, me levanto de la cama. Voy al baño y en frente del espejo me quito las vendas de mi boca y las gasas. Veo mi nueva cicatriz a los lados de mis labios, desde las comisuras hasta casi los pómulos.
Me hace una sonrisa, es lo que quería.
Me visto y salgo a la calle. Camino con la capucha puesta. Es una capucha grande, esto hace que mi cara sea difícil de ver por la sombra.
Entro a una tienda de ropa, me acerco al mostrador.

-Buenos días-

Digo con dificultad. Sale la dependienta.

-Buenos días. ¿Qué desea?-

Justo cuando se pone detrás del mostrador saco mi mano derecha del bolsillo y le rocío la cara con el ácido trifílico de la flor que llevo como anillo. No le da tiempo a gritar. Su cara se corroe rápidamente. Entro a la trastienda y busco algo de ropa que me pueda servir.

Salgo de la tienda con una bolsa en la que dentro llevo la ropa

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Salgo de la tienda con una bolsa en la que dentro llevo la ropa. Me dirijo a otra tienda, esta es de armas. Entro en el interior. El hombre encargado de la tienda me saluda.

-Buenos días y bienvenido a MdeAS Arch....-

-Si, cállate-

Le interrumpo y señalo la vitrina donde están las navajas. Señalo justamente una Tac Force.

-Dame esa-

Le digo en tono serio mientras le miro con la capucha aún puesta. El dependiente se va a la trastienda y saca la caja de la navaja. La cojo y camino hacia la salida.

-No me has pagado-

Me responde mientras saca una escopeta de debajo del mostrador. Me giro y me acerco al mostrador. Ya delante de el me quito la capucha. Su cara de asombro y terror le dejan bloqueado. Abriendo la caja me voy al otro lado del mostrador, y sin pensarlo dos veces, pongo la navaja en su boca.

-Vas a tener el honor de ser el primero-

Me río y le hago la sonrisa con la navaja. Cae al suelo y termino con el en un suave y rápido movimiento. Salgo de la tienda de armas y me dirijo a mi casa.

Una vez en mi hogar me pruebo la ropa. Me queda perfecta. Voy al baño y limpio la navaja con cuidado. Su afilado filo y su brillante color hacen que todo se refleje en el. La guardo en mi bolsillo izquierdo. Voy a mi habitación y en la pared, con un cuchillo de cocina, dibujo un palito.

El timbre de mi casa suena. Rápidamente me cambio de ropa y me vendo la boca. Abro la puerta.

-Gordon. ¿Qué haces aquí?-

-He venido a ver como estás-

-Estoy bien, no necesito que nadie se preocupe por mi-

Le respondo tajante.

-El funeral de tu mujer... Será esta tarde en el tanatorio de Salar y se enterrará en el cementerio de Woodlawn. Empezará a las cinco. Yo iré solamente al entierro.-

-Vale. Adiós-

Miro a Gordon directamente a los ojos y cierro la puerta. Me quito las vendas y me miro de nuevo en el espejo. Mi pelo se está poniendo de un color verdoso y mi piel cada vez es más pálida.

Salgo de nuevo de casa y me dirijo a Westfield, el centro comercial más grande de la ciudad. Una vez allí me dirijo a una tienda de cartas. Entro y pregunto.

-¿Cartas comodín del Joker?-

La señora, sin decir nada, sale del mostrador y se va al almacén. Después de un rato largo sale y me ensaña una caja pequeña. 100 cartas del joker.

-Dame todas las que tengas de estas cajas-

Vuelve a ir a la trastienda y esta vez saca una caja bastante más grande.

-Cien dólares-

Me dice con una voz grave. Sonrío y saco mi cartera. De ésta saco 50 dólares.

-Ya me darás las gracias-

Salgo de la tienda, y sorprendente mente, la dependienta no se queja. Con la caja en una bolsa cojo un taxi y llego a mi casa. Abro la puerta y me siento en el sofá. Dentro de las cajas hay un montón de cartas del joker de diferentes tamaños y colores.

Rápidamente se hacen las cuatro y media. Ya es hora de salir. Me pongo la ropa nueva y cojo las cartas. Como no, el anillo tampoco puede faltar. Entro en mi coche y con la cara tapada con vendas me dirijo al entierro.

Ya en el tanatorio aparco y entro. Pido a los encargados que se lleven ya los ataúdes al cementerio.
Después de un rato ultimando los preparativos comienza a llegar la gente, y con estos los abrazos y besos.

Una vez que ya están todos los esperados, cierro la puerta con llave y me acerco a un altillo. Pido silencio para decir unas palabras. El altillo tiene un atril en el cual he puesto un pequeño botón.

-Por favor.... Es un momento difícil para mi-

Hablo con las vendas puestas.

-Quiero... Quiero decir unas palabras. Están siendo los días más tristes de mi vida, dónde mi mujer y mi hijo han dejado este mundo. Agradezco a todos vuestro apoyo y presencia. Poca gente me ha ayudado, y una persona en concreto ha hecho que todo esto ocurra. Hablo de Batman.

Un murmullo nace entre los presentes. Pongo mi dedo en el botón.

-Lo siento por todos, pero este es el único camino para llegar a el.-

Me quito las vendas y entre murmullos de sorpresa y risas por mi parte, aprieto el botón.

Jack NapierDonde viven las historias. Descúbrelo ahora