Desde mi ventana...
Todos los días me quedaba asomado a la ventana. Todos los días, la veía pasar.
Con esos ojos de un color azul precioso, su cabello color miel ondeando al viento, y esa piel porcelana que con el reflejo del sol la hacía lucir resplandeciente.
La veía todas las mañanas pasar por debajo de mi ventana, con su uniforme dirigiéndose hacia su secundaria. Debe ser genial ir a clases, tener amigos... ¿Qué se sentiría tener amigos aparte de estas cuatro paredes?
A veces la veía pasar con amigas, otras veces la veía sola. Deseaba poder acompañarla a dónde quiera que fuera. Deseaba mantener una conversación con ella. ¿Cómo se sentiría relacionarse con ella?
Esperaba con ganas a que llegase el siguiente día, sólo para poder volver a verla. Esa sonrisa tan cautivadora que tiene... Tiene que ser música celestial el sonido de su voz. ¿Cómo se sentiría oír esa preciosa voz que muchas veces me imaginaba?
Esa chica es una auténtica belleza. Tan bella, que no me imagino algo que se le pueda igualar en su belleza. ¿Cómo se sentiría tomarla de la mano? ¿Y rozar esa piel de porcelana? ¿Y degustar esos labios tan carnosos? ¿Cómo se sentiría besar?
Un día, ella estaba abajo sentada en un banco, bajo el sol de una tarde de invierno, mientras leía un libro. No podía apartar mis ojos de ella. Hasta que levantó su mirada hacia mi ventana, cruzándose esos orbes azules con los míos marrones.
No podía evitar sentirme más nervioso que nunca. Sentía mi corazón latir muy rápido. Me había descubierto. Pero ella, lejos de levantarse del lugar enojada, se quedó sin moverse, dedicándome una sonrisa. ¿Me estaba sonriendo?
Más me sorprendió cuándo se levantó del banco y se acercó hasta mi ventana. Tragué saliva, pensé que me iba a reclamar por estar observándola.
- Hola, me llamo Serena. ¿Y tú?
¿Es que acaso me estaba hablando? Miré para los lados, pero era cierto, me estaba hablando a mí. Ella, debajo de mi ventana, con su cabeza levantada para poder mirar hacia dónde me encontraba. Tragué saliva, y decidí responderle.
- Me llamo Ash. - vi cómo ella volvió a sonreírme.
- Encantada. Hace una buena tarde, ¿qué tal si bajas a pasar un rato conmigo al sol?
- Yo... No puedo... - contesté tristemente. Ella también se entristeció, más no me preguntó por qué no podía bajar junto a ella.
- Bueno, no te preocupes. ¿Qué tal si conversamos desde aquí? - se sentó sobre un tronco cortado de un árbol que estaba enfrente de mi casa. - ¿Cuántos años tienes? Yo tengo diecisiete.
- Yo también tengo diecisiete - le sonreí - ¿Vives por aquí cerca?
- ¡Sí! Vivo al final de la calle. Oye, tengo irme, se me hace tarde, pero ¿Qué te parece que venga todas las tardes que pueda y conversamos? - yo me asombré. ¿De verdad quería malgastar su tiempo conversando con una persona con la que habla a través de una ventana?
- Claro, me encantaría - le sonreí.
- Entonces mañana nos vemos. - ella se despidió con una sonrisa. Me la quedé mirando mientras se marchaba calle abajo.
Cada día que pasaba, Serena venía a visitarme debajo de mi casa. En más de una ocasión, le ofrecí pasar a mi casa, pero ella se negaba y decía que no quería incomodar, que estaba bien desde el lugar de siempre.
Teníamos muchos gustos en común. Desde comentar los libros que habíamos leído, películas que habíamos visto y hasta a veces, jugábamos a algún que otro juego con la consola portátil. A veces, también traía algún postre que ella misma había hecho. Estaban deliciosos.
Todas esas tardes fueron las mejores de mi vida.
Cada risa que compartíamos, me daba la energía que necesitaba, aunque no era la suficiente. Me sentía muy agradecido de que Serena, hubiera querido ser mi amiga, en vez de salir corriendo y reprocharme por aquel día en que me descubrió, se acercó a conversar conmigo.
Los días que llovía, me sentía muy triste y solo, ya que ella no venía a visitarme.
Estaba demasiado feliz compartiendo su amistad pero, sabía que esto no podía continuar así, aunque yo quisiera que así lo fuera...
Quisiera poder ser con ella algo más que amigos, pero Serena, no se merecía a alguien cómo yo. Ella... Se merecía ser feliz, y disfrutar de la vida, porque esa preciosa sonrisa, no debía apagarse nunca, y conmigo se apagaría...
Porque en todo este tiempo que llevábamos siendo amigos, me había enamorado de ella... Pero siempre me quedé con las ganas, de decirle mis sentimientos. No podía ser egoísta y dejarme llevar por mis sentimientos, confesándole que la quería. Tenía que callármelos y llevarlos hasta mi eterno silencio.
Tenía que evitar que la tristeza y la desolación, llegara a su vida. Porque si estuviera conmigo, en poco tiempo, pasaría eso. Y eso no lo podía permitir. Porque no podía ser tan egoísta, de permitir que Serena, se involucrara sentimentalmente con una persona que tenía enfermedad con poco tiempo de vida...
Pero nunca olvidaré, a aquella chica que hizo de mis días, los más felices de mi vida. Aquella chica, que me alegró con su sonrisa, con su compañía, con sus palabras y sus actos.
Porque me enamoré de ella, observándola desde mi ventana...
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¡Hola! Aquí un One-Shot muy pero muy cortito. Es un poco triste, pero espero les haya gustado. ^^
Se me ocurrió plasmar esto, que una vez me contó una querida persona... (aunque en la vida real no acabara así).
Nos vemos en mis otros fics. ¡Saludos!
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Desde mi ventana (One-Shot)
FanfictionPorque me enamoré de ella, observándola desde mi ventana...