Cuentos que no son cuentos.

Su despedida

-¿A dónde vas?

Posó una rodilla en el piso para poder estar a mi altura. Sus ojos  miraron a los míos, y yo los de él. Se veían tristes.

-Voy a trabajar, pequeña.

Una de sus manos acariciaba mi cabellos de arriba hacia abajo.

-¿Puedo ir contigo?

-No, sólo yo debo ir.

-¿Volverás?- Espero que sí.

El silencio inundó aquella habitación. Su mirada se desvío al suelo y negó lentamente. Levantó la vista pasándola en mí, nuevamente. No lo soporte y las lágrimas empezaron a surgir. Se produjo un nudo en mi garganta.

-Recuerda que siempre estaré contigo.- Dijo mientras limpiaba mis mejillas.

Yo lo quería a mi lado, no quería que se fuera. Lo necesitaba. Su partida sería muy dolorosa para todos, en especial para ella. La destrozará. Pero... ya no podía hacer más. Esto sería el adiós definitivo.

Tranquilice mi respiración, sorbí mi mucosidad y volví a hablar

-¿Lo prometes?

-Lo prometo.

Sin más depósito un beso en mi frente para levantarse y salir de aquella habitación. Atravesó la puerta del lugar, esa puerta color rojo que jamás olvidaré. Las lágrimas volvieron apoderarse de mi y entre sollozos me despedí de él.

Desperté de golpe y con los ojos húmedos por las lagrimas que no paraban de salir, no tenia control. Volteé hacia cada rincón de la habitación tratándome de ubicar.  Me levante corrí hacia su cuarto con la esperanza de encontrarlo recostado en su cama. Me repetía constantemente que solo era un mal sueño. Pare frente a su puerta di un largo suspiro y la abrí ... no estaba. No era un sueño, él se estaba realmente despidiendo de mi. Me tire de rodilla frente a su cama y llore sin cesar. 

- Lo lamento, perdóname hermano. Vuelve, por favor.