Capítulo único

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—Y-Ya es sufi-ciente...—no puede hablar, el aire le falta; el nudo en su garganta le impide respirar con normalidad y las lágrimas queman en sus ojos.

Siente la palma fría colarse bajo la camisa de su uniforme y las arcadas lo invaden; lleva meses viviendo bajo este tormento y, sin embargo, sigue sintiendo el mismo asco de la primera vez. El miedo, por el contrario, ha desaparecido. Y ahora, lo único que siente es ira e impotencia, porque no puede hacer nada para parar con todo esto.

—Eres tan lindo, bebé...—le gruñe en el oído y luego muerde su lóbulo.

Lee Sandong, o bien, su maestro de Biología, era un maldito violador. Sin importar cuánto le hubiera suplicado y cuánto le hubiera llorado, lo único que hizo fue decirle que era demasiado hermoso como para dejarlo ir. Ese hombre estaba enfermo, joder.

Jungkook quería golpearlo, escupirle a la cara y gritarle una santa de insultos hasta que su garganta se desgarrara, ¿pero eso de qué le serviría? Si bien, su pureza le había sido arrebatada hace tiempo ya.

Decirle al director sería una pérdida de tiempo, no haría nada al respecto; después de todo, tiene que defender a su primo favorito, ¿que no?. Ningún maestro creería en sus palabras, todos pensaban que Sandong era un ángel caído del cielo, un maestro ejemplar que merecía una cantidad inmensa de reconocimientos. Contarle a algún alumno sería como querer crearse una mala reputación, pues podría decir que era abusado por un maestro y, sin embargo, la escuela diría que se revolcaba con los profesores para obtener buenas notas, así de cruel es el cuerpo estudiantil. Decirle a su madre ni siquiera pasa por su cabeza, ¿para qué contarle algo que no puede solucionarse? No, no señor, esa mujer suficiente tiene con el estrés que los casos le causan.

—Tengo... Tengo que i-ir a clase...—su cuerpo duele, se siente asqueado, no con él, sino con el hombre que lo tiene aprisionado contra el escritorio. Quiere parar todo, quiere dejar de sentirse así.

El hombre suelta una especie de gruñido que le indica a Jungkook que se ha venido; por lo menos tiene la decencia de usar condón.

—Bien, te dejaré ir. Pero nos vemos mañana aquí mismo y a la misma hora, bebé.

Él sólo asiente y empuja al hombre lejos de él. Se sube los pantalones con un dolor en su espalda baja y termina de arreglar su uniforme para irse rápida pero dificultosamente del salón.





















































Lleva sus audífonos puestos con el volumen alto. La música parece taladrarle los oídos, pero no puede importarle menos.

Debería estar en receso, mejor dicho en el salón diez, siendo recibido por Sandong, pero milagrosamente la prefecta había aparecido quince minutos antes de que terminara la clase para decirles que las tres siguientes no las tendrían y que podían irse si así lo deseaban; agradeció que su profesor de Literatura los dejara salir diez minutos antes y corrió con todas sus fuerzas hacia la puerta de la escuela, donde se despidió del guardia y salió del lugar.

Ya había llamado a su madre para decirle que iría caminando a casa –no le quedaba tan lejos–, y ella sólo le pidió que tuviera cuidado.

La verdad es que Jungkook no está prestando real atención al camino, es por eso que no nota al chico que se aproxima con velocidad hacia él hasta que ambos cuerpos impactan y salen disparados hacia el suelo.

Ambos pegan un grito al sentir las bebidas calientes caer sobre ellos.

Jungkook se abanica las piernas en un intento fallido de aminorar el ardor.

I'm Ok | TaeKookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora