Amor Perfecto

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    El amor entre Alejandra y Julián era perfecto, desde mi habitación los escuchaba conversando por largas horas cada día después que los tres llegábamos a casa. Alejandra de su universidad donde estudiaba fotografía en el último año y Julián de la revista para la que trabajaba, donde recién cumplía un año. Él era mi referente, mi norte y mi guía, mi hermano había alcanzado el puesto de columnista, al que muchos aspiraban y demoraban meses y hasta años en llegar, creo que por eso mi pasión por la escritura y mi deseo de ser periodista. Hace un año, cuando Julián consiguió su primer trabajo, me dijo     - Hermanita, véngase a la capital, acá podrá estudiar periodismo en la mejor universidad, yo la apoyo -   Fue así como terminé viviendo con ellos. Alejandra se convirtió en mi segunda hermana y mi mejor amiga.   El día que Aleja me propuso escribir una crónica para su trabajo de tesis, fue emocionante, no sé si la más contenta era yo o Julián, que sabía lo importante que era para mí. La tesis era una mixtura de fotos y crónicas cotidianas, Aleja necesitaba muchísimas fotos, así que durante un mes me acompañó a la universidad, donde  fotografiaba a mis amigos, al señor de los dulces, al del periódico y cada paisaje y personaje que se le atravesaba por delante, todos cobraban un enorme valor a merced de la Nikon análoga. Cada vez sentía más la necesidad de acompañar a Aleja, porque en cada foto en la que ella plasmaba sus intenciones, yo lograba captar y entender la profundidad que necesitaba en las crónicas acompañantes.   Un día de primavera, sentadas en el césped del área más grande de la universidad, esperábamos el atardecer en el que Aleja pretendía robarse la imagen del sol cayendo entre los árboles y arbustos. Se acercaban las 4:00 pm cuando a lo lejos una pareja con una botella de vino se acomodaban en línea con la foto. Esta sería la última crónica.   Tomando vino desde la botella, en una hora ya iban en más de la mitad, los jóvenes enamorados comenzaron con su ritual romántico, él la besaba cariñosamente y ella, recostada en su regazo, no hacía más que rodearle el cuello con sus brazos y dejarse llevar. Saqué mi libreta y comencé a describir la escena, cada vez sonaba más el obturador de la cámara y cada vez más líneas se sumaban en mi escrito. De lo romántico a lo sensual, las caricias cargadas de amor y de alcohol, eran menos pudorosas y un silencio entre Aleja y yo, hacía que cada una imprimiera más intensidad en lo que hacíamos. De la sensualidad al erotismo, las caricias a piel descubierta y el sol cayó sobre ambos cuerpos entrelazados en el césped, amándose con una pasión desenfrenada. Nos miramos con risa nerviosa, ambas sonrojadas y las mejillas de Aleja contrastaban con sus enormes ojos miel y el pelo largo y ondulado  caía sobre su cuello palpitante.   Ese día los tres celebramos el inicio del término de la tesis, nos tomamos un par de botellas de vino y no sé si estaba contenta por haber participado en ello o angustiada por saber que ya no estaría tan cerca de Aleja.   A eso de las 3:00 am, me desperté del calor, en mi sueño, el muchacho del césped besaba intensamente a Aleja. Sentí un ruido en el cuarto oscuro y cuando me acerqué, supe que ella estaba revelando las fotos, golpeé la puerta delicadamente, en unos minutos me abrió y entre susurros dijo   Pasa rápido y no enciendas la luz, están secándose y revelando la imagen -   Entré y en cual tendedero, decenas de fotos colgando, decenas de ellas, cargadas del erotismo vivido por ambas.   ¿Por qué a esta hora? - No podía dormir y estaba ansiosa por saber como serían las últimas imágenes de mi tesis. ¿Y tú? - Soñé que el muchacho del vino te besaba apasionadamente - Jajaja, ¡loca!, creo que si no estuviera medio tomada, ¡te regañaba! Ven ayúdame a sostener esta bandeja con líquido - No sé si estoy en condiciones, estoy mareada - Anda, haz el esfuerzo, eres tan parte de esto como yo -   Me recorrió un frío por ambos brazos, mientras sostenía la bandeja, se me acercó para introducir el papel en el líquido, mientras lo hacía casi boto la bandeja, así que ella la cogió rápidamente. Sus manos quedaron pegadas a las mías, ambas nos miramos, sentí su respiración cerca, sentí su ternura cerca, sentí su olor cerca. No supe cómo nos besamos, mis brazos en su cuello como la pareja del césped. Nunca había experimentado un beso tan delicado, tierno y sensual al mismo tiempo, sus manos me recorrieron desesperadamente, yo me dejaba, quería que me tomara entera, sentir su cuerpo tibio sobre el mío. Le di la espalda, sentía sus besos en el cuello, y sus manos en mis hombros y más abajo desvistiéndome. Se quitó la blusa y sentí sus pechos pegados en mi espalda, mientras ella tocaba los míos. Me volteó y mientras seguía besando mis labios me llevó al sofá, me acostó y ella encima de mí no hacía más que repetirme que me deseaba con locura. Acostadas, ocurrió lo único en el mundo que podría separarnos. Julián en el umbral de la puerta con la mano derecha tapando su boca y con la ira en sus ojos que dejaba ver la luz roja del cuarto, gritó...   Sentada en el bus que me lleva de vuelta al sur, a la casa de mis padres, no puedo dejar de pensar que quizás sea la responsable de todo lo sucedido... Para mí; un loco amor de treinta días, un infinito amor de treinta días. Para Alejandra, quizás la causa de su separación o algo que se esconderán por siempre y que quedará como el más sensual secreto guardado en el fondo del closet, en el libro de fotografías y crónicas cotidianas.

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⏰ Última actualización: Sep 16, 2014 ⏰

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