Make a Wish

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Dedicado especialmente a Psyque_Cherry

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Se habían reunido todos en el penthouse del edificio más nuevo de KaibaCorp. El viento era fuerte, pero eso no desalentaba al grupo de amigos. Por idea de Joey y gracias a las exigencias de Mokuba, ahí estaban. TODOS. Para la completa alegría en el alma rosa con brillitos de Seto "sonrisas locas" Kaiba.

La excusa había sido perfecta: Una lluvia de estrellas que sólo se veía una vez cada 15 años. Mokuba le recordó a su hermano lo mucho que le gustaban los telescopios y el espacio cuando era más pequeño, lo mucho que extrañaba a la pandilla y que era el momento ideal para reunirse ya que todos estaban en la ciudad de vacaciones por el verano. Sin universidad, trabajo u otros impedimentos. El menor de los Kaiba entre sermones sobre la amistad y berrinches, (muchos berrinches), había logrado su objetivo. Así que ahí estaban, a media noche en medio de una enorme terraza, armados con mantas afelpadas y tazas llenas de café, té o chocolate con malvaviscos de colores. En el ambiente solo había risas, charlas amenas y de vez en cuando el grito desesperado de cierto rubio impaciente que preguntaba por milésima vez si el espectáculo ya iba a comenzar.

Seto lo miraba todo desde la comodidad de su oficina. A través de la puerta de grueso cristal templado. Hacía frío afuera, mierda... Estaban a cientos de metros de altura, a la intemperie y a mitad de la noche. Soltó un suspiro frustrado, sólo a su adorable hermanito se le ocurrían esas cosas... Los veía detenidamente. Notaba el paso de los años en todos los rostros. Los conocía desde el inicio de la escuela preparatoria... Y la mayoría ya había terminado la Universidad, algunos estudiaban posgrados y otros se dedicaban a trabajar... Se reclinó un poco en su silla de cuero negro y encendió un cigarrillo. Recordando. Reviviendo.

Yugi, Joey, Tea, Tristán, Ryou, Marik, Serenity, Mai... Todos estaban ahí. A pesar de todo. Entonces cayó en la cuenta: faltaba el clon de Yugi.
Soltó una pequeña risa. Le encantaba molestarlo con eso. Se había resignado a creer en muchas cosas, una de ellas fue la existencia de un alma de 5,000 años de antigüedad compartiendo cuerpo con un estudiante de preparatoria. La otra, la más difícil de aceptar, es que esa alma se había negado a volver al pasado y su deseo de seguir al lado de quiénes amaba le dio un cuerpo propio.
Ahora había un Yugi Motou y un Atem. A la mitad de un duelo, debía poner muchísima atención a su rival para asegurarse de que estuviera maldiciendo y/o haciendo bullying al chico correcto. Desde aquel suceso donde Yugi pasó a tener un gemelo... le resultaba complicado saber quién era quién. Y prefería evitarlo. A él no le gustan las situaciones que lo confundían y, por ende, se sentía en desventaja.

-¿No vas a ir con ellos, Kaiba?- aquella voz lo tomó por sorpresa, más lo supo ocultar muy bien. Dio una larga calada a su tabaco y exhaló el humo antes de proceder a ignorar al antiguo faraón con todo el elegante descaro de siempre. -Supongo que eso es un no...

El antiguo faraón ya se había acostumbrado. Al inicio pensó que no lo dejaría en paz, pidiéndole duelo tras duelo, hasta cansarse. Pero el castaño simple y sencillamente lo ignoraba... Cómo hacía con todo aquello que escapaba de su control, de sus propias explicaciones lógicas. Las pocas veces que se habían enfrentado después de obtener su cuerpo, no había dejado de confundirlo con Yugi, burlarse de ser un clon y otras cosas parecidas. Atem estaba seguro de que esa actitud nunca iba a cambiar, así que tan pronto le fue posible, aceptó marcharse a Egipto para estudiar Arqueología y otros misterios junto a la familia Ishtar. El de cabello tricolor soltó un suspiro y se abrigó muy bien. Acostumbrado al clima cálido y seco del desierto, el viento afuera seguro lo haría temblar.

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