La caja

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«Nada es verdad ni es mentira,

todo depende del cristal con que se mira.»

Primeramente, necesito hacer varias aclaraciones antes de iniciar con el verdadero contenido de este libro.

Tengo que decir que admiro y respeto a los escritores de superación personal. Siempre he creído que para escribir un libro de superación se necesita mucho valor, y llevar una vida ejemplar porque, ¿qué clase de escritor de superación habla de ser optimista y de repente se le ve llorando amargamente en un bar, a punto de borracho? Sí, escribir superación no les quita a los autores su parte humana, pero de alguna forma siento que la gente mantiene fija la mirada en este tipo de personas, idolatrándolas por la sabiduría que comparten, pero también, dispuestas a juzgarlas y condenarlas ante el más mínimo fallo, de forma mucho más dura de lo que lo harían con cualquier otro. Pasa lo mismo con los psicólogos cuyo matrimonio va a pique, los médicos que por desconocida razón de pronto contraen cáncer o cualquier otra enfermedad crónica. La gente tiende a escandalizarse por este tipo de situaciones, dejando de lado que primeramente, todas estas personas son humanas, antes que profesionistas o especialistas. De la teoría a la práctica hay un gran trecho, créanme.

Por eso, cuando la gente me decía que debería dedicarme a escribir superación personal en vez de fantasía o ciencia ficción, siempre respondía que no. En primer lugar, me molestaba mucho que se expresasen de la fantasía como si fuera poca cosa, como si la ciencia ficción no pudiera enseñar cosas o no pudieras aprender lecciones de vida con ella. Nada más alejado de la realidad (irónicamente) Mi mayor inspiración ante la vida, mi propia vida, ha sido salvada, en más de una ocasión, por libros de fantasía o ciencia ficción.

En segundo lugar, nunca me he considerado una persona valiente, mucho menos ejemplar. Mi vida, esta caja de crayolas que hoy he decidido compartir, jamás ha sido ejemplar. Pese a lo corta de mi existencia, he hecho, dicho y pensado cosas de las cuales me arrepiento terriblemente. A lo largo del camino he herido a personas, y siempre que tengo la oportunidad aclaro que de santa no tengo ni un pelo. Digo palabrotas como cualquier buen mexicano, me he equivocado al juzgar a más de una persona, me he emborrachado en un par de ocasiones, he dicho mentiras y hasta he visto pornografía (aunque en mi caso más bien sería "he escuchado audioporno")

Pero, si de algo puedo estar orgullosa es de que cada vez que la riego intento enmendarme. Si en algún momento me he equivocado y alguien lo suficientemente sagaz viene y me zarandea, sé recibir el madrazo y morderme la lengua. Recuerdo que, cuando mi vida dio un giro de ciento ochenta grados me hubiera gustado tener un manual, un libro que se ajustara a lo que estaba viviendo. No uno donde todo fuera luz y pensamientos lindos, porque cada vez que leía algo así me sentía como una mierda, porque yo ni tenía pensamientos positivos ni veía luz por ninguna parte.

Así que, si crees que encontrarás flores y colores brillantes en este libro, te recomiendo que retrocedas, porque no hallarás algo parecido. Como ya dije antes, ni mi vida ni yo somos una joyita, y aunque tampoco es mi intención tirarme al abismo de la amargura, cierto es que no todo lo que plasmaré aquí será maravilloso, ni un manual con pasos para afrontar la vida, ni la próxima biblia ni un compilado de sabidurías de Mahatma Gandhi.

Esta es, simplemente, mi vida, mi caja de crayolas, con un montón de colores dentro, la cual espero haga sentir no tan solos a algunos, y no tan villanos a otros. Porque el mundo no se divide en blanco y en negro, en optimistas y pesimistas, en buenos o en malos. El mundo sólo es así, al igual que la vida, al igual que las personas. No existen leyes para enfrentar los problemas, pero sí personas que estamos dispuestas a tender una mano a quienes lo necesitan.

Y esta es, sencillamente, mi humilde mano tendida.


Caja de CrayolasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora