-¡No puedes irte! ¡No puedes dejarme malditamente solo Naomi! Dios... Esto no puede estar pasando- dice tirando de su cabello desesperado –No a vos Naomi...
Lágrimas salían sin control de sus ojos y parecían no tener fin, y como no llorar con lo que estaba pasando.
Kyle, un joven de 18 años sostenía el cuerpo lleno de sangre de su mejor amiga y amor de su vida...
-Vamos Naomi, no cierres los ojos. Solo mírame, no dejes de mirarme.
Era una helada tarde de un 3 de diciembre, los copos de nieve reposaban en la ventana de una hermosa casa blanca donde una pequeña niña de rizos dorados y ojos cafés se asomaba por ella. Vestía unos jeans negros, con un abrigo muy grande de color azul al igual que sus muy hermosas botas.
La pequeña niña de cinco años salió corriendo hacia el patio delantero de su casa donde su padre estaba paleando la nieve, cuando un enorme camión y un auto estacionan en la casa de al lado.
La voz de su padre se coló en los oídos de la pequeña niña.
-Al parecer tenemos nuevos vecinos- la mirada de la niña se dirigió a su padre -Voy a avisarle a tu madre, no te alejes cariño.
Y tras decir eso, luego de dejar un sonoro beso en la mejilla de su hija lo que hizo que esta soltara una risa totalmente infantil, se adentró en la casa para buscar a su mujer.
La pequeña miraba curiosa, detrás de una gran montaña de nieve que había construido minutos antes, como unos hombres bajaban cosas de ese gran camión.
Ya aburrida de ver eso decidió entrar a su casa para que su mami le prepare un rico chocolate caliente pero sus planes quedaron anulados cuando cayó al suelo con un fuerte dolor en su cabeza, dolía mucho, tanto que sus ojos comenzaron a cristalizarse anunciando la tormenta de lágrimas que venía. Unos brazos trataron de levantarla pero solo lograron que se enderece.-¡MA!... O por dios lo siento tanto, soy Ky y tengo seis años.
El pequeño Ky estaba jugando con su madre a la pelota en su nueva casa mientras que su padre sacaba las cosas del genial camión azul que los había acompañado hasta allí, pero en un descuido pateo muy fuerte y la pelota voló a la cabeza de alguien haciéndolo caer.
Ky se acercó corriendo y pudo notar que ese alguien era una niña, aunque no por su color de ropa ya que esta era toda azul, le gusta el azul, sino por una gran cabellera dorada de con muchos rizos, trato de levantar a la niña pero no tiene la fuerza necesaria así que solo logró que se enderece. Cuando Ky vio los ojos de la pequeña niña entro en panico, tenía los ojos llorosos debido a que el golpe fue muy fuerte seguramente, este se agacho a su altura y comenzó a jugar con el cabello de la niña para calmarla tal como hacía su madre con él.
-Lo siento tanto. No fue mi intención, yo de verdad... No quería... Perdón eh, no se tu nombre- dijo el niño de seis años sonrojándose levemente mientras rascaba su nuca.
-Naomi
Ky frunció el ceño, nunca había oído ese nombre, es raro y está seguro de que no podía pronunciarlo aunque lo intentara.
-Ese nombre es complicado, voy a llamarte... ¡Omi! y vamos a ser mejores amigos por siempre ¿Quieres?
Omi miro los hermosos ojos azules de Ky, su color favorito, su pequeño corazón comenzó a latir muy fuerte al verlos por primera vez y además de tan corta distancia. Ky parecía muy bueno además de muy lindo...Además sus ojos eran como el mar y ella amaba el mar ¿Cómo podía decirle que no? Aunque una parte de ella dudaba en aceptar.