En un pequeño poblado del sur de California, vivió un niño llamado Jhon Scott. Jhon era un niño muy tímido y solitario, nunca fue bueno para expresarse con los demás ni hacer amigos, pero, más allá de las apariencias, Jhon tenía una imaginación y un corazón incomparablemente grande, era un niño decidido a cumplir sus metas.
Él tenía lo que a muchos les faltaba..., entusiasmo, ganas, metas, aunque así fuera, no todo era fácil en la vida de Jhon. Hijo de un matrimonio que fracasó, fue enviado a vivir con su abuela la cual ya no ve ni escucha bien, y se hacía muy difícil comunicarse con ella. Al cabo de un año, después de la separación de sus padres, la madre de Jhon muere en un trágico accidente automovilístico.
El pequeño Jhon tiene apenas 11 años y a su abuela llorando desconsoladamente en su hombro, a pesar de lo doloroso que fue, Jhon siguió siempre sonriendo, con su sonrisa pura y desconsiderada que tanto lo caracterizaba.
Los problemas no terminaban aquí, días después, llegó el momento del entierro de su difunta madre, Jhon se notaba normal, como si las emociones se hubieran ido de su cuerpo. Una vez llegaron él y su abuela al lugar del entierro, podía notarse poca gente allí (solamente uno que otro vecino), la cara de Jhon se veía como un poema de mala muerte cuando noto que su propio padre no se había presentado al entierro. Su abuela solo pudo pensar en abrazarlo en lo que él rompió a llorar, Jhon salió del lugar corriendo tanto como sus pequeños brazos y piernas le permitían, ya estando muy lejos, decidió sentarse a descansar en un árbol, exhausto por todo el tramo que había corrido se durmió a plena luz del sol, recostado contra el árbol.
La abuela de Jhon lloró desconsoladamente por horas, tanto en el entierro como cuando volvió a su casa, llamó a la policía para reportar al joven desaparecido, lo buscó hasta ella misma en la noche por tanto tiempo, que la pobre anciana parecía una espuerta de huesos.
Cuando la campanada de media noche sonó, la pobre supo que tenia que cesar la búsqueda, destruida por el cansancio y la fatiga, la mujer se tiró en la cama sin siquiera sacarse los zapatos.
Al día siguiente, el pequeño Jhon se despierta feliz aunque con un fuerte dolor de cabeza por estar recostado tanto tiempo bajo ese árbol, emprendió su viaje a casa caminando con su fiel sonrisa, caminó y caminó hasta que llegó por fin a su vecindario. El sudor sobre su frente y el cansancio de sus pies era inminente, quería llegar cuanto antes, mientras pasaba por casas vecinas a la suya notó que algo raro sucedía, una cantidad grande de gente se dirigía hacia su casa, cuando llegó a ella el panorama fue desalentador y sobre todo muy triste.
Una ambulancia acordonaba la zona junto con una patrulla de policía y gente llorando a sus alrededores, Jhon se acercó y preguntó gritando con el pulso acelerado que sucedía, porque todo estaba así. Uno de sus vecinos más cercanos se acerca hacia él , lo abraza con fuerza y recuesta en su hombro mientras le susurra: "Ella murió Jhon, murió".
El pequeño niño sintió que su alma abandonaba su cuerpo, que la tristeza esta vez entraba para no irse más, él acababa de quedarse absolutamente solo en un mundo donde no tiene más familiares a excepción de su padre, el cual no ve hace casi un año ya. En medio de todo el furor Jhon observa como se llevan el cuerpo de su abuela a la ambulancia. Una escena donde todo lo que puede inspirarle a uno es muerte, rabia y tristeza; el vecino lleva a Jhon a su casa y le da algo de comer mientras las autoridades abandonan el lugar.
Un momento después de pasado el accidente, Jhon seguía en casa de su vecino mirando la televisión, aunque algo en él parecía distinto. Sus ojos parecían no querer mirar a ninguna dirección, su corazón se encontraba muy tranquilo. Una sonrisa leve y silenciosa adornaba su cara, la que antes fue una gran fuente de inspiración ahora se convirtió en una mala película de terror.