Jennifer, o más bien Jenny, o Jenn, es una adolescente de 17 años que se enfrentará a la larga travesía de superar a su ex; con quien lleva saliendo quién sabe cuánto... (un año y siete meses, para ser exactos.) Sólo con la compañía de su pequeña ga...
- ¡Es que no lo puedo creer!-Jenn refutaba furiosa contras sí misma. - ¡Me ha engañado!, joder, qué estúpida puedo llegar a ser.
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Jenn no paraba de dar vueltas y vueltas alrededor de su habitación, lo cual empezaba a alterar los nerviosos de sus padres, cuya habitación se encontraba justo bajo la de ella.
- ¡Jennifer, detente!- Gritó su madre desde las escaleras lo cual hizo que nuestra protagonista pegara un salto.
-Mierda.- Dijo para sus interiores.- ¡Lo siento, mamá!
Esperó unos pequeños segundos hasta que escuchó que su madre se marchó y se abalanzó sobre la cama en busca de su celular.
-"Código rojo".- Escribió el mensaje y lo envió sin verificar bien lo que había escrito.
Mordía sus uñas mientras esperaba la respuesta, ya habían pasado cinco segundos y no le respondía, ¡qué demonios estaba haciendo!
Y por fin respondió, con diez segundos de retraso: -"¿Código rojo?"
Jenn casi pega un grito, pero afortunadamente recordó que no estaba sola y mordió su lengua.
-"Sí, tonta, código rojo".- Envió el mensaje y volvió a esperar una respuesta.
-"¿Tenemos un código?".-Jenn se estaba muriendo en su interior.
-"Es lo que ponen en las películas."
-"¿Debía saberlo?, ni siquiera sabía que veías esa clase de películas."
-"Porque no lo hago, tonta."
-"¿Qué es el código rojo?"
-"ADAM ME HA ENGAÑADO."-Lo escribió en mayúsculas para dar un mayor efecto en la tonta de Lindsay.
-"¿Qué ha hecho qué?"
-"Lo que has leído, Linds."
-"Te paso viendo en cinco minutos."
-"¿Cinco minutos?, no tengo tiempo para arreglarme."-Empezó a dar vueltas en su habitación por segunda vez.
-"Tú no te arreglas, tonta."
-"Lo siento, es por las películas."
-"Dijiste que no las veías."
-"¡No lo hago".-Oh, claro que lo hacía, lo super hacía, lo mega hacía. ¿Había día en que no lo hiciera?
Tomó su chaqueta y un par de guantes celestes que combinaban con el azul de sus ojos y bajó las escaleras casi corriendo.
- ¿Adónde irás?- Preguntó su padre desde su habitación, ¿ese hombre tiene oídos mágicos?
-Uhm, la madre de Linds me ha invitado a una pizza.- Ya se había vuelto bueno con las excusas.
