-¿estás segura?.-le pregunté con mi cuerpo completamente tenso por el momento tan especial en que nos encontrábamos.
-como nunca.-contestó casi sin voz, permaneciendo bajo mi cuerpo inmóvil, paralizada ya que sus manos ni siquiera me acariciaban.
Una última embestida y rompí en mil pedazos su inocencia, la sentí temblar y mi ego voló elevándose a lo más alto, era el primero, el único en estar dentro de su cuerpo, allí donde todo era calor abrazador y tan estrecho que dolía, en ese momento un grito de Isabella hizo que dejara de lado mis pensamientos e intentos de quedarme quieto para que se acostumbrara al intruso o sea a mí.
-aaaaaahhhh, duele, duele, duele no quiero, no quiero más...-intentaba tapar su boca con una sola mano, ya que con la otra sostenía el peso para no aplastarla.
-por favor, ya pasará, está tu padre en casa.-ella luchaba y entre mis dedos seguía gritando.
-idiota duele mucho...suéltame.
Pasó lo que tenía que pasar cuando uno juega con fuego, se quema, así que me quemé, apareció Charlie con una escopeta en la puerta del cuarto de Isabella.
-¿que sucede?...¡Dios!.-dijo cuando pudo, luego de encender la luz, ver lo que sucedía.-Cullen apártate de mi hija, imbécil hijo de puta, como te atreves a someter a mi hija, es mi hija.-gritaba desesperado apuntándome con la escopeta.
Salí de ese lugar donde pensé por unos segundos que me encontraba tan bien, para levantarme con toda la dignidad que me fue posible, ya que entraba en la habitación, René la mamá de Isabella, quién apenas me vio se tapo la cara en un gesto de horror.
Lo primero que encontré fue un almohadón para tapar mi vergüenza, lo que causó gracia solo para mis adentros y por una milésima de segundo fue que era rojo, con forma de corazón, puntillas blancas en todo el contorno y dos dibujos de ositos cariñosos en el frente, pero cumplía su cometido, solo fueron milésimas de segundo, porque la escopeta apuntaba directamente a mi hombría.
-Charlie...-dijo Isabella quién se había envuelto en las sábanas y se paró entre su padre y mis partes más preciadas, mis bolas.-no se te ocurra dispararle a mis ositos...-claro que la hombría de Edward desaparezca no tenía problemas, lo más importante en su vida al parecer eran sus ositos.
-Bella...-intenté reprenderla por su comentario, le gustaba que le dijeran así y después de haber casi compartido un buen rato me parecía que no le molestaría, me interrumpió, bueno a decir verdad casi me gritó.
-cállate Edward.-no solo me gritó, habló serio y me miró intimidante, aunque le agradecía que se hubiera puesto entre mi más preciado pene y su horrendo padre con escopeta, no me gustaba que las mujeres me gritaran, de todos modos me guardé mis comentarios sin soltar sus ositos.
-que tienes que decir a tu favor antes de que se acabe tu descendencia.-dijo un Charlie muy enojado, quién no, si fuera padre y encontrara a un hombre en la cama de mi hija mientras yo duermo tranquilo en el cuarto contiguo, creo que también estaría enojado jaja.
-yo...-ESPEREN, ESPEREN, retrocedamos, me imagino que querrán saber ¿porque? y ¿cómo? llegué a encontrarme en esta situación....
Como lo imaginé, comencemos por el principio.
Me llamo Edward Cullen, tengo 24 años, ojos color verde claro, pelo indomable de un color muy parecido al bronce, mido un poco más de 1,80, delgado, bien formado ya que me encantan los deportes y uno en especial que se ha convertido en mi perdición.
Estando en la universidad frente a una novatada fue que surgió el mal llamado "Ladrón de alcobas", así me llaman los medios, pero en realidad yo me siento más como un "casanova" o mejor dicho un "gigoló", debido a que cobro con cada encuentro, lo hago más para despistar ya que el dinero nunca me faltó ni me falta.
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LADRÓN DE ALCOBAS One Shoot (+18)
RomanceEdward Cullen es el conocido "ladrón de alcobas" por todos los medios informativos, perseguido hasta el cansancio por Charlie Swan, se mueve en las altas sociedades como un pez en el agua, pero nunca ha sido posible que lo atrapen, hasta que el jefe...