Don't forget me (Sherlock BBC)

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-Adiós John- aquellas palabras no dejaban de atormentar a el doctor John Hamish Watson. Aquellas dos simples y directas palabras, no le dejaban conciliar el sueño. Para muchos solo era eso, palabras. Pero para él esas palabras suponían las últimas que volvería a oir, de su amigo, de su compañero, de su Sherlock.

Habían pasado ya 2 años desde aquel fatídico día, y aún podía recordar cada mota de polvo que se cruzaba por su camino. Recordaba a Sherlock suplicando que le mirara solo a él, el sol recortando la fiel silueta de su amigo, y recordaba, como este surcaba el aire precipitandose al vació y acababa yacido inerte, en el frío pavimento inglés.

Muchas cosas habían pasado desde entonces, nada era igual, él no era igual. No era consciente de los días. No recordaba nada de lo que hacía el día anterior. Lo único que recordaba es como se había mudado, a su anterior casa, cuando no conocía a Sherlock. El 221B de Baker Street encerraba demasiados recuerdos dolorosos para él. La señora Hudson, le prometió que jamás vendería ese piso, para ella solo tuvo dos únicos inquilinos, sus legítimos dueños, John y Sherlock. Si en ese piso tenía que vivir alguien, debían de ser ellos.

No había vuelto a hablar con Lestrade, ni con Molly. Todo lo que estuvo relacionado con él, le parecía doloroso.

Echaba de menos el sonido de su violín a altas horas de la madrugada, echaba de menos su arrogancia, echaba de menos correr detrás de él, echaba de menos a su mejor amigo Sherlock Holmes. 

El porqué lo hizo era lo único que aún no entendía, lo único que tenía claro es que él no invento a Jim Moriarty, y nadie le convencería jamás de lo contrario.

Recordaba como le había suplicado un último milagro, "no estés muerto". Aún seguía albergando esperanza de que se cumpliera, quería creer en ello, quería creer en Sherlock.

Decidió salir de su lúgubre morada, y dirigirse a la calle. Necesitaba que le diera el aire, necesitaba dejar de pensar en él durante un tiempo.

Se puso la primera chaqueta que encontró en su armario y salió a la calle. Paseó por las frías y húmedas calles de Londres. ¿Dónde iría? No sabía. Solo quería dar una vuelta. Pero la costumbre le pudo, y sus pasos desafortunados le dirigieron a la vieja Necrópolis griega, al cementerio.

La tumba de su viejo amigo reposaba sumisa y tranquila, donde la habíad ejado. Pero algo había cambiado, no todo era igual. Un pequeño detalle, pero que él notó enseguida, la vieja gorra de su amigo la cuál el había dejado allí la primera vez que visitó aquel desafortunado lugar, ya no estaba. ¿Qué significaba eso? ¿Acaso alguien la había robado? No...no era posible. Todo el mundo en la ciudad conocía de quién era aquella vieja tumba y aunque la mayoría, equivocados, pensaban que al fin y al cabo Sherlock no había sido más que un fraude, seguían presentando cierto respeto hacia el fallecido. No la habrían cogido. No sin antes consultarselo a él.

Solo una persona habría sido lo suficientemente insolente para coger aquella gorra, Mycroft. Pero Mycroft llevaba dos meses fuera y la última vez que John había acudido al cementerio era hace una semana exacta. No había podido ser él...

De pronto un pensamiento cruzó su mente, un pensamiento lo suficientemente fuerte como para congelar al ex combatiente John Watson el cuál ni siquiera el mayor criminal conocido de Reino Unido había conseguido aquel efecto en su persona. Era fuerte pero aún así esa idea consiguió que un escalofrío recorriera su cuerpo.

"No. No puede ser eso. Es imposible" Se dijo a mí mismo. Aquella idea no podía ser real. Pero ¿de veras lo era? En el fondo de su ser sabía que existían dos personas que podrían haber cogido aquella gorra. Mycroft y...Sherlock. Pero Sherlock estaba muerto ¿no era así? "No no puede haber sido él. Está muerto." se volvió a repetir mientras sus músculos recuperaban la compostura con dificultad.

¿Serían alucinaciones suyas después de tanto tiempo deseando aquel momento? ¿O estaba en lo cierto? Solo sabía una cosa, la gorra no estaba dónde él la había dejado. Y tan solo Mycroft y Sherlock podrían haberla cogido de allí. Y Mycroft no podía haber sido. Por los ojos del ya cansado doctor John Watson surcó un destello de esperanza, sabía que aquello era imposible. pero ¿y si no lo era? ¿y si después de todo, el milagro por el que él había estado rezando todo este tiempo se había cumplido? ¿y si de verdad Sherlock había vuelto?

Todas aquellas preguntas se amontaron en su mente mientras que él seguía estático en la posición que había adoptado hace unos minutos. Antes de poder cuestionarse nada más notó como un escalofrío recorrío todas las extremidades de su cuerpo. Pero esta vez no estaba causado por eso, no, era frío. Tenía frío. Alguien le estaba tapando el sol y dándole sombra.

Se giró lentamente para decir a quién fuera que le estuviera observando que se fuera de allí, aquello no era un show.

Cuando se había girado lo suficiente como para ver a la persona que se había interpuesto entre el sol y él. Se quedó paralizado, sus piernas inertes dejaron de responder y el viejo doctor apenas pudo mantener el equilibrio. Por un segundo ni si quiera pudo respirar. Sólo fue capaz de decir una cosa, una palabra que salió rota y susurrada por la garganta de John:

-Sherlock.

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⏰ Última actualización: Mar 22, 2014 ⏰

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