"Don Nadie"

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Relataré aquello que me viene perturbando de hace mucho tiempo, podría llamarla como: “La historia de mi vida”; aunque aún no estoy muy seguro de llamarla así, es más como un instante en el tiempo, un pestañeo en la subsistencia del universo, sin sentido ni dirección, tan absurda como llorar bajo la ducha para que nadie note tus lágrimas y/o emociones, tan inconclusa que no sé cómo va a terminar ni tampoco cómo empezar, tan llena de nada que el mismísimo vacío se siente celoso al saber que estoy aún estoy aquí.

Busqué años encajar donde nada encaja, en un sitio que no existe, en un mundo donde la paz y la armonía sólo se las puede encontrar en un libro donde páginas blancas vestidas de líneas de palabras describen un pequeño relato de mi vida, o al menos, de lo que llamo vida.

Me propuse a mi mismo tratar de caminar entre las personas y ser reconocido por algo o alguien, rebusqué un amor, un amor que al menos fue lo más puro y sincero que me pudo pasar y que al dejar de sentirlo fue tan incongruente que me llevó a tomar decisiones equivocadas. Puedo describirlo como una secuencia más en esta historia, que no tiene sentido, al menos para mí y para aquel que quiera buscar relación entre su vida y la mía para sentirse identificado.

Miré a mi alrededor y me encontré rodeado de personas las cuales pensaba conocer y que ellos conocían algo de mi, pero me di cuenta que no era así, ninguno sabía tanto como para describirme en una sola palabra, a ninguno se le pasaba por la cabeza preguntarse que era lo que realmente me pasaba, o qué actos bélicos o pacifistas pasaban por mi cabeza en ese momento. Sólo puedo decir que me sentía bien, bien al no ser reconocido, al ser un “Don Nadie” en la tierra y andar por el mundo caminando por el mundo sin ser advertido.

Fue allí cuando la soledad se convirtió en mi mejor aliada, en mi sombra, algo que llevaba siempre conmigo, algo así como mi segundo nombre; ¡y qué hermosa soledad! […], no hay nada mejor que estar con tus pensamientos, contarle a tu soledad tus propias historias.
Recuerdo que un viejo amigo decía: “Las mejores historias son las que te cuentas a ti mismo…”; y si, puedo decir y asegurar que la soledad soy yo mismo.

Después de esta carta seguro ya no se sabrá más de mi, seguro desaparecerá en la historia de todos como todo lo que pasa, como todo lo que es insignificante en la vida de una persona, más si no influye para algo en su vida. Soy como un vagabundo en la tierra, un ser ignorado, al que nadie le interesa como se encuentra, si siente frío o hambre, si necesita un abrazo al menos o un “te quiero” quizás, un “te extraño” de vez en cuando.

Quizás yo mismo busqué esto, me alejé de los problemas porque siempre es el camino más fácil de tomar,  por el miedo a lo pase el día de mañana, pero me arrepentí, porque al ir creciendo me fui convenciendo cada vez más y más que en realidad el problema no era lo que sucedía en el exterior, allá afuera, simplemente el problema era yo.

Han pasado días desde que me privaron de todo. Hoy estoy cumpliendo un día más aquí, con mi soledad. Algunas veces decidimos festejar, un día por semana, aunque no sé que día es. Desde que me encerraron en estas cuatro paredes donde me veo a mi mismo sin tener un espejo. Lo que si sé de mi es que soy un hombre invisible, de pensamientos invisibles, en un cuarto invisible, de una ciudad invisible, de un mundo, totalmente, invisible.
Mi propio mundo, sin nada ni nadie, el creador de todo.

Hay días en los que dejo echar un vistazo en mi mundo a una persona, que ahora, no recuerdo su nombre, quizás rime con Will, un hombre robusto, elegante, siempre con buena pilcha, pero la verdad que no es interesante. Lo que interesa es lo que no se ve, como su amabilidad, su sinceridad y su interés hacia mí, quizás sea la única persona física con la que hoy mantengo una conversación, eso explica su interés, sigiloso con cada pregunta, algo así tan simple como un: “¿Cómo te encuentras hoy?”.
Luego de cada visita en este océano de nada, se marcha. Así sin más, como se marcharon todos aquellos que juraron un día que nunca se alejarían, y lo más triste, nunca jamás volvieron.

Don NadieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora