Dejo su gran erección fuera dejándome completamente en blanco

Jane -¿eso realmente va a entrar en  mi? 
James - claro que si - volteo a verme con una sonrisa coqueta - y va a encantarte

Volvió sus besos a mi clítoris lamiendolo y mordiendolo mientras con su otra mano se complacía a sí mismo, yo lo único que podía hacer era aferrarme a las sábanas mientras trataba de contener mis gemidos en vano.

Lubrico tres de sus dedos con mi saliva y los ingreso en mi, uno tras uno hasta tener uno de más dentro, tocando los bordes de mi.
Voltee a verlo y tenía ya preparado su miembro para entrar en mi.

James - estas lista - dijo frotando su miembro en mi entrada
Jane - no... - susurré, pero no me escucho.

Lentamente empezó a entrar en mi, sentí un dolor tan agudo y me pregunte si así se sentiría parir.
Solté un grito que me desgarro la garganta

James - estas bien?, Te hize daño? - me preguntó deteniendo las embestidas, parecía preocupado.

Jane - sí te detienes me duele más, imbécil. - dije aferrándome aún más fuerte a las sábanas

James - bien -. Dijo con una sonrisa satisfactoria.

Las embestidas eran delicadas pero lo suficientes fuertes para hacerme soltar una que otra lágrima, sus gemidos eran graves y los míos más agudos de lo que pensaba, poco a poco el dolor se fue convirtiendo en placer, un placer tan exitante. Me corti pero el siguió con las emboscadas hasta que saco su miembro de mi y voltee a verlo, se corrio, el líquido blanco era espeso, se hacerlo a mi y me susurró te adoro y me besó, está vez eran besos dulces y delicados y no llenos de lujuria y deseo. Se acostó junto a mi y se apoyó en mi pecho desnudo, le acaricie el pelo y pronto me quedé dormida, soñando si no es que ya era un sueño.

Te Protegeré por Siempre  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora