Ellos no son humanos, ni fueron creados para vivir cómo tales. A pesar de que sus cuerpos eran casi idénticos a cualquier otro humano, su ADN estaba modificado desde antes de su nacimiento, o más bien, de su creación. Carecían de derechos o libertad. Sólo vivían para un propósito; servir al gobierno.
Tenían la visión tan aguda cómo un halcón, la fuerza suficiente para hacer frente a quince hombres. La agilidad era uno de sus mejores atributos a la hora de una lucha cuerpo a cuerpo; resultando casi invicibles. Por supuesto, siendo creados por unas mentes retorcidas y con un montón de dinero entre sus manos, no dudaron en explotar aquellas habilidades desde una temprana edad, enseñándoles a luchar al mismo tiempo que aprendían a hablar.
Tras ser creados bajo la supervisión de la hija del Presidente de Inglaterra, Sybelle Harris, fueron enviados a cada país aliado, para que allí fueran entrenados a su antojo. Inglaterra, sin embargo, creó dos guerreros en lugar de uno, y lo ocultó al resto del mundo. A pesar de haber hecho un pacto para salvaguardar sus vidas en caso de una tercera guerra mundial, como los creadores del proyecto que eran, decidieron no arriesgarse a estar en las mismas condiciones que el resto de los países.
Así pues, crearon dos guerreros en lugar de uno. El primero de ellos, tendría la forma de un hombre de metro noventa y dos. Esbelto con músculos definidos por horas y horas de entrenamiento. Piel pálida y salpicada con un millar de lunares. Su cabello castaño con reflejos dorados estaba cortado al estilo militar; rapado por los lados y una ligera capa de cabello arriba. No sastifechos con su imagen, decidieron que sus ojos debían ser verdes cómo las esmeraldas y ligeramente achinados, acompañados de unas largas pestañas que parecían alas de un cuervo. Sus pronunciados pómulos, y sus carnosos labios no eran más que un añadido a una belleza no humana.
A tal guerrero lo llamaron Dilong, en relación al Dragón del Inframundo, de la mitología china.
Nada más fue creado, y fue puesto a prueba, crearon el siguiente, pero con distintas características. Sería un guerrero que consiguiese no sólo luchar, sino comprender a los humanos. De aquella idea, fue creado Yinglong —Nombre del Dragón Alado.
La criatura fue creada teniendo en cuenta cada detalle. Al igual que la media de los varones en Inglaterra, medía un metro setenta y cinco, esbelto y con músculos pocos definidos. Su piel tenía un ligero color bronce, haciéndole parecer más sano, más vivo. Sus ojos eran azules, pestañas cortas y espesas. En cuanto a su rostro, era ligeramente ovalado, con una barba incipiente que recortaba cada día cómo parte de su entrenamiento. Era pequeño y de apariencia frágil y delicada, a pesar de que poseía la misma fuerza y destreza que Dilong. Su capacidad para empatizar, sin embargo, podía llegar a tener graves consecuencias si no era controlado.
Por suerte, ambos guerreros eran controlados día y noche. Ambos vivían en un rascacielos de 53 pisos, en Londres. De cara al exterior, el mundo creía que aquel edificio no era más que una empresa de aparatos electrónicos, y así era en su mayor parte. Pero en el último piso, se encontraba la planta destinada a los Bakus.
Tal lugar consistía en una gran sala de entrenamiento, una cama de matrimonio y una mini nevera dónde podían guardar la comida que les fuera sobrando —en caso de que fuera así. Era un lugar frío y esterilizado, destinado a crear guerreros.
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—Es hora de que comenceis a demostrar que vuestro entramiento durante estos 25 años ha merecido la pena.
La mujer frente a ellos tenía las manos entrelazadas tras su espalda y miraba al gran ventanal, dándoles la espalda. Su melena cobriza estaba cortada al ras de su nuca, en un corte recto y sin gracia.
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Los Bakus ©
Mystery / Thriller►Ellos no son humanos, ni fueron creados para vivir cómo tales. A pesar de que sus cuerpos eran casi idénticos a cualquier otro humano, su ADN estaba modificado desde antes de su nacimiento, o más bien, de su creación. Carecían de derechos o liberta...