Prólogo.

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Las lágrimas recorrieron sus mejillas. Inclinó su cabeza hacia atrás entre abriendo los labios en un grito silencioso. El dolor que la recorría era inimaginable.

Un fuerte viento azotaba la cabaña en la que se encontraba, las ventanas se abrían y cerraban violentamente mientras ella aferraba sus dedos a las sabanas percudidas.

Un último suspiro dio fin a su dolor, seguido de un llanto de vida que la hizo sonreír. Una capa de sudor cubría su frente. Tomó a la niña en sus brazos, acariciando su mejilla.

Usó un pañuelo que tenía preparado para quitar la sangre de su rostro y cuerpo con extremo cuidado. Su segunda hija. Tenía los ojos oscuros de su padre y el cabello igual. Era una belleza.

Zelena susurró un par de palabras ininteligibles y una pequeña nube de humo verde rodeó a su bebé. La nostalgia volvió, al igual que las lágrimas.

Se levantó de la cama y se metió a la tina, aún vestida, puso la tina a llenarse con agua tibia, sin alejarse un segundo de su niña; comenzó a cantar. Tarareaba suaves melodías. Podía jurar que ella sonrió.

—Heaven... —murmuró.—Tú nombre es Heaven.

Limpió cada parte de su cuerpo y el de la pequeña, jugando con ella y memorizando sus facciones hasta que dieron las doce. Medianoche. Debía partir. Sin ella. Sin Heaven.

Deseó que no le fuera tan fácil transportarse, pero las excusas para mantenerse cerca de ella se le acabaron. Algo se acercaba y ni siquiera ella podía protegerlas. A sus hijas.

La abrazó con fuerza, pero cuidadosamente. Aún lloraba. Colocó a la niña en el cesto y la abrigo bien.

—Zelena... —Regina, su hermana, consiguió encontrarla.

Zelena no la miró, sus ojos estaban fijos en los marrones diminutos que la observaban, llenos de curiosidad. Regina colocó sus manos en los hombros de su hermana e hizo algo que jamás pensó hacer; la abrazó.

La pelirroja se deshizo en sus brazos, cediendo a la tristeza. Debes darle su mejor opción. Se repetía. Incluso si no es contigo.

Se separó de ella y se arrodilló frente al cesto. Se inclinó y besó la frente de Heaven por primera y, quizá, última vez.

—Te amo. Mamá te ama. Muchísimo. —con un simple movimiento de manos y en una nube de humo verde, ella desapareció, mientras Zelena y Regina se hundieron en la oscuridad de una nueva maldición.

Pity «OUAT Fanfic»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora