¿Se podría llamar amor?

Una pequeña amistad.

Todo iba bien.
Me preparé para ir al instituto.
Nada de lo usual, la rutina.

En ese tiempo estaba con mi novio que por cierto ,ya lo había perdonado cuatro veces.

Bueno, en fin; salí de mi casa y me dirigí al instituto.

Llegué, saludé a mis amigos y amigas y entramos a clases

Y en medio de todo, me entra un mensaje de mi novio, Enrique, que decía, "Lo siento, ya no me gustas; deberíamos romper".
Fue en ese preciso momento cuando se me hizo un nudo en la garganta, sentía una presión en el pecho horrible, y me preguntaba "¿Por qué era así con migo? Si yo le entregué todo".

Mi día fue prácticamente espantoso, llegué a casa, saludé a mi hermano, me tire en el sillón, y me dormí.

A la hora desperté y mamá aún no había llegado de trabajar y necesitaba hablar con ella.

La verdad no tenía ganas de hablar pero, sinceramente, ya ni me acordaba como eran sus consejos.

Mamá llegó, la abracé y ella me abrazó con todas las fuerzas del mundo, en sus brazos me sentía protegida. Y hablamos un rato largo. Hasta que papá llegó y en ese momento me fui a dormir, literal no me llevaba muy bien con mi padre.

Al día siguiente, otra vez, empezar la rutina; me molestaba un montón.

Llegué al instituto y había una chica nueva, la verdad era muy bonita.
Mantuve mi mirada un largo rato en ella, me miró detenidamente y me sonrió, y le devolví la sonrisa.

Luego de estar en la formación, me entero que iría a nuestro salón, que tomaría las mismas clases que yo.

Asique el primer día, se sentó a mi lado, hablamos de muchas cosas y tenemos una "Pequeña amistad" se podría decir.
No lo sé, le tengo un aprecio enorme, realmente es una chica increíble.

Me contó, prácticamente, toda su vida.
Y cada vez, cada minuto que pasaba; me interesaba más.
Quería conocerla y seguir conociéndola.

Tenia unos ojos negros, muy hermosos, muy profundos.
Y una pestañas largas como las noches de invierno.
Su sonrisa era muy hermosa, sus labios.
Su pequeño hoyuelo que se le hacía en la mejilla izquierda, cada vez que se ponía nerviosa o solamente sonreía.
Ella sin duda era perfecta.

Nos volvimos cada vez más cercanas, era mi mejor amiga.
Compartíamos todo y era una amistad completamente perfecta, y cualquiera que la mirara desde afuera diría lo mismo.