Capítulo 22 - Operación Copenhague

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N/A: Perdón por haber tardado tanto justo cuando os dije que ya estaba libre y actualizaría más a menudo.

Hubo unos asuntos personales que me pillaron totalmente por sorpresa, y con los que tuve que lidiar, que hicieron que mi estado mental no fuera ni de lejos el adecuado para escribir algo decente. Y esta historia, y vosotros, os merecéis mucho más que decente. Así que tuve que automedicarme con la nueva temporada de Orange Is The New Black (OH. MY. GOD. Am I right?!) hasta que pudiera controlar el pánico y volver a mi estado normal de (semi) locura.

Anyway, pequeño salto temporal para este capítulo. Estamos ya en su viaje hacia Copenhague (mi Google ahora se piensa que me quiero ir de viaje desde Atlanta a Copenhague. Ojalá, pero no) y el próximo será el mundial, ¡yay! Pero eso también significa que el final está cerca. Mi plan es contar el mundial, lo cual puede que me lleve dos capítulos, y luego hacer un epílogo.

Id preparándoos para decirle adiós a este fic. Pero no a mí, porque tengo muchas ideas y espero que estéis ahí para leerlas ^_^

¡Un abrazo!

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Right now, we're crazy youngsters

Time is running out, but who cares we're running free

They call us crazy youngsters

We don't apologize, we're mad and running free

– Ester Dean, Crazy Youngsters

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Un constante e irritante pitido se abre paso por la bruma de su sueño hasta que consigue despertarla. Sus párpados pesan lo que parecen cien kilos cuando se mueven con un lento aleteo de pestañas, sus ojos, secos y espesos, tardan más de lo normal en enfocar la pared amarilla de su cuarto adornada con fotos a través de la neblina del cansancio.

Frente a ella y entre sus brazos, Beca gruñe y entierra su cara en la almohada, mascullando algo ininteligible pero que probablemente sea una petición de que se pare ese horrible sonido. Lo cual le recuerda a Chloe exactamente por qué se ha despertado de su dulce sueño, se alza sobre un codo para no aplastar a su novia y se inclina sobre su cuerpo desnudo para coger el móvil que dejó sobre la mesilla al lado opuesto de su cama. Tira del cargador con el meñique hasta que consigue desconectarlo y usa el pulgar para apagar la alarma, ganándose un suspiro de alivio por parte de la DJ, ahogado contra la tela de la funda de la almohada.

Guiña los ojos contra el cegador brillo de la pantalla del móvil y, entre sus pestañas, puede ver el recordatorio de Google que le avisa de que tienen un avión que coger en tres horas. Destino: Copenhague, Dinamarca, Europa.

Ahora es Chloe la que suspira, dejando el móvil sobre el colchón y recuperando su posición inicial, pegada a la espalda descubierta de Beca, su brazo en su cintura y sus piernas entrelazadas. Parte de ella se muere de ganas de subirse en el avión y viajar a un continente completamente diferente en el que nunca ha estado, pero del que ha oído hablar mucho y que es famoso por ser el lugar de los artistas soñadores que buscan cambiar el mundo. Otra parte de ella, sin embargo, tiembla solo de pensar en ello, porque ese viaje conlleva algo que es el motivo de sus peores pesadillas y hace que su corazón retumbe al ritmo del golpear de las botas militares sobre un escenario que se suponía que debía haber sido de las Bellas.

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