Prólogo

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El día once de agosto del 2001, a las dos de la mañana, en el hospital Jiménez de Madrid, nacieron dos bellos mellizos, pero con rasgos totalmente distintos. La pequeña era igualita a su padre, de tez morena, cabello oscuro y ojos verdosos, mientras que el pequeño era parecido a su madre, de tez blanca, cabello rubio y ojos de color miel.
Tras haber salido al exterior, los recién nacidos estában totalmente apegados, como si nada más  verse fueran inseparables. Los padres estaban llenos de felicidad tras haber sido bendecidos por tan hermosos bebés. La madre totalmente exhausta después de haber parido, aferraba a sus dos pequeños contra el pecho, dejando que se alimentaran por primera vez en el. Las enfermeras le daban la enhorabuena, mientras que el padre realizaba llamadas a todos los familiares para dar la gran noticia.
Después de todo aquello, tras haber sido curada en sus partes íntimas por el desgarro que le produjeron los bebés al salir, fueron trasladados a su habitación, obteniendo cada uno de los pequeños sus tobilleras, con sus nombres. Al llegar a la habitación, el padre dejó a los bebés en sus respectivas cunas del hospital, para poder descansar un poco, pero antes de poder cerrar los ojos, un hombre encapuchado, con pistola en mano entró en la habitación. Apuntando a los padres, que se encontraban juntos puesto que el sillón estaba al lado de la cama, se acercó a la cuna donde se encontraba descansando la pequeña, y la sujeto cuidadosamente con su brazo.
La madre espantada, gritó, pidiendo no hacerle daño a su bebé entre lamentos. El padre intentó levantarse del sillón para rescatar a su pequeña, pero el encapuchado le disparo en el muslo derecho, provocando que el hombre se cayera al suelo. La mujer se asustó más, quedando paralizada del miedo, pero aún así rogandole al hombre que dejará a su bebé. Tras gritos y gritos por fin entraron unas enfermeras a la habitación. El encapuchado al ver que estaba siendo casi rodeado, decidió salir por la ventana, caminando cuidadosamente en el pequeño trozo de suelo que había tras la ventana. Las enfermeras llamaron rápidamente a la policía, mientras el encapuchado seguía allí, procurando no caerse, con el bebé en brazos. Y sin darse cuenta, pisó mal, y resbalandose del tercer piso, tuvo la suerte de poderse agarrar al pequeño trozo de suelo del primer piso, tras tirar la pistola para tener la mano libre. Pero como al haberse intentado agarrar, el impacto fue demasiado para su brazo, después de aquellos segundos sujetos, cayó bruscamente encima de un coche, dejando al bebé encima de su pecho, protegiéndolo entre sus brazos y su cuerpo. Estuvo unos minutos tumbado en el coche, intentando conseguir una respiración normal, puesto que estaba totalmente acelerado, y por el golpe le costaba un poco  obtener bocanadas de aire.
A lo lejos empezó a escuchar sirenas de policías, por lo cual saco fuerzas de donde no tenia, y empezó a correr dirección contraria del sonido. Tras calles y calles pasadas, empezó a escuchar las sirenas más cerca, y ya no podía seguir con ese ritmo, puesto que aquella caída le había dejado tocado. Decidió esconder al bebé detrás de un contenedor de basura, y siguió corriendo.
El bebé se quedó totalmente solo, y por falta de calor físico y hambre comenzó a llorar. No había nadie rondando por las calles, estaba totalmente desierto, hasta que una mujer, vestida de una manera provocativa, con cigarro en mano, y una botella de cerveza en la otra, pasó cerca del contenedor. La mujer escuchó los llantos del bebé, y apartó el contenedor de basura, viendo en el suelo a la pequeña criatura, envuelta con una toalla de hospital. Sujeto su cerveza y su cigarro en una mano, y con el brazo desocupado cogió a la pequeña, y se alejó del lugar.

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