Lucky 凶手: KOOKMIN

君は

Jungkook jamás ha pensado que iba a tener a alguien con quien vivir toda su aburrida vida. O bueno, al menos eso recuerda, aunque el recuerdo de añorar día tras día para que Park Jimin terminara su vida junto a él, estaba guardada en lo más profundo de su memoria, siento tapado por un manto de demás recuerdos. Después de todo, cuando tenía mínimo unos quince años había perdido toda esperanza a encontrar alguien con quien compartir esas aburridas rutinas que tenía desde que iba a la escuela.

A veces las cosas salían de lo rutinario, más no eran agradables.

Cuando solía salir con amigos, o al menos así los llamaba ya que aquel sentimiento que supuestamente uno debe de sentir hacia ellos de sentirse seguros y dejarte ver sin ninguna máscara de hipocresía, era nulo. Amigos de palabra porque sin duda nunca lo fueron. Personas que sólo pasaba el rato con ellos para no ahogarse en esa tóxica rutina de siempre. Las salidas con esas personas le ahogaban, haciendo que pensara seriamente el de estar ahí soportando las burlas sueltas hacia él. Habían veces donde les quería encarar y decir el cómo se tomaban tanta libertad de molestarle con bromas tan pesadas e hirientes si con suerte compartían alguna opinión o gusto. Jungkook pensaba que si consideras a alguien amigo pero si esté no conoce ni tu color favorito o no sabe cuando puede incomodarte algo, entonces no son amigos.

Personas para pasar el tiempo.

Aunque ahora pasaríamos a otro tiempo luego de hablar sobre las amistades del castaño. Jeon siempre ansío, desde pequeño, que el chiquillo que era molestado porque tenía unos kilos de más, se fijara en él y ambos compartieran muchísimo más que solo una simple mirada. Un simple suspiro cuando estaban cerca gracias a la fila que debían hacer antes de entrar al vacío salón donde toda su vida se complicaba. La sala de clases era horripilante.

Jungkook se sentaba adelante en ese tiempo, y sentía que todos miraban sus espaldas, como si le juzgaran de cosas que aún ni comenzaba hacer, y odiaba ser juzgado o que al menos la gente le mirara un poco con ese aire de superioridad. Se sentía como algo miserable. Tan miserable que todos juzgaban pero que aún así, Jimin jamás miraría.

Porque Jimin jamás le iba a notar y con ello ya había aprendido a vivir.

Los años pasan y los sentimientos maduran o cambian según el pensamiento que tengamos hacía respectivas cosas o situaciones. Todo dependerá de como hayas vivido hasta el día de hoy para que cambies según el mundo. Jeon a veces pensaba que nadie cambia, sólo dejan fluir tu verdadera personalidad al ya no sentir tantas cadenas.

Aún así con cadenas flojas y un corazón marchitado como una rosa al ser cortada y necesitar de agua que jamás se le fue otorgada. Así se sentía Jungkook. Ya era una adulto y nadie le podía impedir cómo o qué ser en la vida, todo estaba dependiendo de como moviera los hilos pero con esa libertad, su pobre corazón estaba marchitado al jamás haber tenido un poco de amor del chico que amó en aquellos días de niñez y juventud.

Las cosas en su juventud fueron una porquería. O como lo decía cuando estaba borracho; una mierda total. El que tu madre se hubiera suicidado por motivos que nunca supo y tenía claro que jamás los sabría, así que lo aceptaba. La muerte de su madre además de traer miles de lastimeras miradas y un dolor en su pequeña alma, trajo cosas peores.

Abusos de padre a hijo.

El señor Jeon vio a la mujer que ahora estaba muerta en su pequeño hijo. Teniendo eso como excusa, tocaba al pequeño de formas inadecuadas, haciendo que llorara y que temblara tanto por las feas sensaciones que tenía. Obligaba a que Jungkook se acostara con él en aquellas noches donde se sentía solo, donde abusaba del menor, haciendo que gritara muchas veces y perdiendo la paciencia, golpeaba el rostro de su hijo. Aún cuando brotaba sangre de su nariz, teniendo miles de sucias marcas en la piel, recordando noches donde lloraba tanto y sufría, seguía amando a su padre, Jungkook quería creer que era un buen hombre.