Capitulo 17 - Pasión.

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Llantos y gemidos dolorosos alcanzaban a escucharse a muy poca distancia. Estaba en busca de Marina, podría tratarse de ella. La preocupación comenzó a presentarse, temía que algo le hubiera sucedido y no pudiera haber hecho nada. Apresure el paso.

—¿Marina? ¡Marina! —decía, mientras buscaba a mi alrededor alguna señal de ella. Estaba en el lugar donde ella antes me había mostrado su vivienda; cosa no muy agradable.

Tropezaba con los costales de mercancía durante varias veces. Hasta que llegue.

Efectivamente mi preocupación había coincidido con Marina, estaba en problemas. Sorprendido quede al verla en las condiciones en las que se encontraba. La chica estaba tirada en el suelo, a medio vestir, sin el valor de parar su llanto tan desgarrador que no lograba comprender. Estaba desconcertado.

—¡Cielos Marina, pero que te ha pasado! —exclame angustiado, tratando de ayudarla a incorporarse.

Trato de hablar, pero no lograba entenderla pues seguía en un mar de lágrimas y dolor.

De igual manera, ella estaba dañada por los brazos y no solo era eso; también tenía un fuerte golpe en el rostro, siendo marcada por la señal de algo duro que la había lastimado con brutalidad. Seguía sin comprender por qué tanto maltrato a la gente que tanto quería.

La abracé, pensando que de esta manera, podría entenderla pero antes de hacerlo, ella me rechazo como si le fuese a hacer algo malo.

—Calma, estoy aquí —.

A pocos minutos, un poco más dispuesta, comenzó a hablar.

—Ayúdame, me hizo daño, me hizo daño —hablo con una voz temerosa y corrida.

—¿Pero quién Marina, quien? —pregunte, preparado para saber de quien se trataba el idiota.

—Thomas, Alfredo, fue Thomas, me dijo que mataría a Gala, trate de huir de él pero logro su objetivo sus voz se escuchó siniestra.

—¡¿Qué?! —.

Después de escucharlo, una profunda rabia de venganza comencé a sentir. Ya lo sospechaba, a pesar de que pudo haber sido Anamar, Don Thomas siempre tuvo algo que nunca me agrado y eso fue desde que empezó lo que sus creencias de las sirenas, cosa que ahora tengo claro. La vez que Thomas golpeo a Gala, la maldijo y dijo que había salvado mi vida ya que era una sirena. Era increíble que aquel hombre extraño que según, su familia había sido devorada por sirenas en un pasado, lograra a esto. Tenía que buscarlo y pronto.

Me atención fue en Marina nuevamente, no me gustaba pensar lo que le pudo haber hecho y mucho menos preguntarle directamente en ese momento. Pudo haberse tratado de alguna violación o algo por el estilo. Lo trate de descartar de mis pensamientos.

—Vamos Marina, tenemos que atenderte —hice que se vistiera bien lo poco de ropa que le habían quitado, para dirigirnos a la enfermería y percatarnos si mi novia estaba en buenas condiciones.


* * * * *


—Lo siento, no pude verla. Cuando regrese ya no estaba —se justificaba el empleado, avisando sobre el escape de Anamar —Seguro tomo las llaves en una distracción mía —.

—Demonios —maldije.

Anamar era una chica muy astuta, y por el poco tiempo que tuve en tratarla, sabia de lo que podría ser capaz para vengarse de mí o de Marina. Estaba en grave peligro, sentía miedo y lo admitía en mis pensamientos, Anamar podría volverse en una asesina si se lo propone. Por ahora estaría alerta de cualquier movimiento extraño de la desaparecida mujer.


* * * * * * *


—Estará bien. Recomiendo seguir este tratamiento para que las heridas sanen más rápido —ordeno el doctor encargado de la enfermería abordo —Necesito que se dé un baño para que pueda reposar después —terminó como última indicación.

—Cuente con eso doctor —dije, responsabilizándome ahora del cuidado de Marina.

—Gracias por preocuparte de mí, amor, pero no es necesario —hablo con su voz tierna y dulce que ya extrañaba escuchar.

—Yo estaré contigo para ayudarte y amarte —la bese.

La amaba como nadie tenía idea, me moriría si algo le fuera a pasar, por eso me ofrecía a protegerla.

Una vez en mi cuarto; donde mi familia seguramente se había ido a cenar, aproveche el momento para indicarle a Marina que podía ducharse aquí sin problema alguno. Tímidamente ella se negó pero no tenía otra opción, si quería que se recuperara tenía que acatar las órdenes del doctor bajo mi confianza.

Espere afuera para que Marina pudiera hacer lo suyo con seguridad. Se ducho sin problema alguno durante un buen rato. En eso, ella salió y me pidió que entrara con ella.

Sentí su cálida mano tocar la mía, invitándome a pasar. Su cuerpo era perfecto, su aroma era impresionante. Comienzo a quitarme la ropa, finalmente la camisa y lentamente, solo en cuestión de minutos con miradas de por medio, nos sumergimos en besos llenos de amor, de pasión...

Bese aquel cuello y espalda, abrazándola desde la cintura, nos dejamos llevar. Rodeados de vapor tome su mano y la apoye contra la pared, siguiendo con mis besos, con su cuerpo bajo mis dominios.

Ella se da la vuelta, quedando cara a cara, solo me mira de una forma inocente, tierna y demostrando que ahora era mía. Nos abrazamos, dejando caer aún, el agua de la ducha...


* * * * * *


—Sabes, desde que entre abordo de este viaje, se ha convertido en el mejor de toda mi vida —le sonreí.

—¿Así? y ¿por qué? —pregunto interesada.

—Por qué te conocí a ti, y a las Sirenas —la tome del rostro.

Los dos nos miramos enamoradamente. Al fin ella comprendió que ahora yo sabía su secreto.

—Entonces, ¿ahora me crees verdad? —dijo Marina, algo asustada.

—¿Qué? —pregunte.

—Que soy una sirena —susurro.

—Ahora lo sé —le dije sonrientemente. Nos miramos y nos besamos como nunca antes lo hubiésemos hecho.

Los misterios desaparecían poco a poco, pero aun tenia cosas por preguntarle a Marina como ¿Por qué ahora es una humana? ¿Tenía algún tipo de misión? No dudaría en esperarme más a cuestionar sin importarme lo mucho que fuese con tal de aclarar ciertos misterios.

—Marina, y ¿Por qué ahora eres humana? —pregunte directamente, sin antes pensarlo.

—De acuerdo, creo que ya es hora, te lo diré —dijo decidida a confesar su verdadero pasado.

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Bueno chicos, como lo habían pedido, le di otro enfoque al momento de la ducha apasionante entre Alfredo y Marina, creo que tenían razón, siempre hay que dar detalles. Aunque en mi defensa, tenía 13 años cuando escribía la historia, por eso había dejado en intriga esa situación, pero Pff tres años después la mentalidad cambia...

Espero que lo hayan disfrutado... :D







Sirenas ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora