On Ice (parte una).

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True love

Apenas era medio día y los rayos del sol no eran tan intensos y poderosos como él se imaginaba y anhelaba que así fuera.

El camino era cubierto por una gran capa de nieve y esto para él y su... amigo le complicaba la caminata. Simplemente era una hipótesis bastante errónea e infantil al creerse a ciegas que un día como ese abundaría un poco de calor del mismo sol por la región.

¡Era pleno invierno! ¿Cómo sucedería aquello con la gran cantidad de nieve cubriendo todo el pavimento y el crudo frío pasearse por todo el país?

Cada parte de su cuerpo parecía estar entumecido y cada paso decidido en avanzar era con rabia e impotencia. ¿Por qué ellos? ¿Por qué ellos tenían que ir y no su hermana? Con sólo imaginarse el severo mandato de su madre maldecía a lo alto y pateaba constantemente el frío hielo que reposaba en el suelo.

Sin embargo, las cálidas palabras de su acompañante eran intentos fallidos en tratar de calmar un poco el furor que emanaba sin control del menor. ¡¿Cómo podría calmarse?! Era domingo, se supone que era su día libre, su día de descanso sin tener que acudir a ninguna orden; sin tener que estudiar en lo absoluto y mucho menos darle de comer a los perros de la casa. Todo iba de maravilla hasta que su madre se le ocurrió abruptamente enviarle unos vestidos a su queridísima y joven amiga.

¿Cómo rayos se le va ocurrir semejante estupidez en un día de descanso como ese? ¿Por qué no mañana? ¿El marte, o incluso, el jueves? Pero oh por todos los cielos, era hoy, y si la madre del muchacho dictamina una orden es para cumplirla sí o sí; en efecto, debe ser ejecutada sin importar qué.

Y odió su vida, la de la misma vida, la de toda la familia... Odió todo del mundo y deseó sin ningún pudor que se hubiese acabado de la peor forma en el momento de dicha disputa con su madre.

¿Es que no entendían que este mismo día a diferencia de los otros domingos era su tiempo a solas con... con... con su amigo? Y se suponía que iban a compartir como amigos, a salir como amigos y únicamente a hablar como... amigos. Todo el día prácticamente era para efectuar sus planes como buenos amigos que eran, nada más.

¿Tan cruel actúa la vida?

Ahora no sabía cómo pedirle perdón al chico, cómo mirarle a la cara y manifestarle lo tan horrible que se sentía por haber interrumpido su mamá aquel día especial, que básicamente estuvieron planeando desde días. No sabía de qué forma explicarle sus sentimientos, de su impotente rabia y de su gran deseo de estar... de estar juntos en ese día, sin importar lo cuánto que ha intentado en no demostrar aquel anhelo que expulsa su corazón en cada latido.

Es una puta vida, todo es una mierda murmuró entre dientes; aún pateando el blanco hielo con cierta ímpetu, como si con aquello pudiera calmar la furia que llevaba.

Básicamente su amigo, que iba detrás de él en el estrecho camino con una gran mochila colgada en sus hombros (donde llevaba dichas vestimentas), no podía siquiera controlar las pequeñas risas, las cuales eran causadas por el típico comportamiento del rubio. Ya estaba bastante acostumbrado a sus berrinches que de una u otra forma debería de tomárselo con suma normalidad esa actitud cerril de Len. Mas no podía, jamás se cansaría de admitir que su conducta es altamente graciosa cuando está enojado, que por más furioso que se encuentre... es malditamente hermoso. Y por una extraña razón, aquella faceta del chico le encantaba.

No entiendo por qué debemos ir por este maldito camino masculló—. ¿Acaso también quiere mi madre que nos coman los estúpidos lobos y todas esas bestias salvajes?

On Ice » |KaiLen|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora