On Ice (parte dos).

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Al escuchar lo dicho se sintió incapaz de responder, las palabras no eran formuladas, no eran encontradas correctamente y se preguntó que cuál sería la forma correcta de contestarle; en efecto, no quería decir algo incoherente, estaba taciturno.

Ya había dado otro paso adelante, ya había hablado de sus desazones nuevamente con el peliazul y no valdría la pena cerrar el tema a esas alturas; aunque Kaito sabe su situación, ¿de qué le vale seguir manifestando si ya éste como quiera lo reconoce? Pues demuestra su honestidad y su preocupación, comprueba que sí va poniendo de su parte y que en verdad quiere que efectivamente todo salga como debe de ser.

—Yo... eh... ¿t–tú crees que mamá lo sospecha? —lo único que pudo decir.

El tacto de la mano de Kaito en su mejilla aún lo seguía amansando y se podría considerar una hazaña; nadie nada más que él tiene ese poder de hacerle sentir comedido, manejable... dócil. Sólo él era el que sabía buscarle la solución a sus pesadumbres.

—Creo que sí, Len —de hecho, lo sabe. Kaito sabe que todos están enterados y que se hace el estúpido con el propósito de hacerles creer que está haciendo lo posible para mantener en secreto lo que es—. Pero no tengas miedo, si lo sabe y no ha dicho nada es porque no quiere vernos llenos de vergüenza por lo que hemos estado haciendo.

—Yo... no sé qué decir —desvió su mirada en el vacío, como pensando en todas las cosas de su vida, desde la más insignificante hasta la más apreciada.

El blondo comenzó nuevamente a caminar, llevándose consigo a su novio jaloneando suavemente su mano. No deberían cesar el paso, pues mientras más duren allí, menos tiempo tendrían de estar juntos luego.

¿Podrá su madre saberlo? ¿Qué estaba haciendo mal para que su mamá dude de la amistad que tiene con su amigo?

Si no sabe la respuesta, es urgente que tome asiento y cavile rigurosamente acerca de sus actos propinados con el Shion.

Es un buen tema para analizarlo, mas Len no ha de darle mucha importancia en ese instante. Mejor está preguntándose el por qué no tiene tanto coraje de hablar, tanto valor como aquella noche donde ambos confesaron espontáneamente lo que sentía uno por el otro. No entendía nada, se conjetura que debe tener más agallas que antes, más audacia que nunca por la confianza que se tienen si se hace alusión a la gran amistad que han tenido desde años.

Debe procurarlo, hacer un intento y prolongar un poco más la conversación de dicho tema. Sí, él puede, puede culminar contándole todo; puede que termine quitándose un gran peso de encima.

—El hecho de que... —apretó con fuerza la mano de Kaito, quien éste sólo estaba atento en su chico, pendiente en lo que iba a decir— de que no admita constantemente lo que somos es por... es p–por tener más que miedo, en realidad.

Sus pasos eran lentos y con inseguridad; su mirada se veía perdida y casi desalojada. Estaba luchando con su orgullo, nunca pensó que ese día llegaría de forma aleatoria y descabellada.

El mayor iba a responder, pero al percibir que Len proseguiría no hizo nada más que escuchar—. Tengo miedo de que me rechaces, maldita sea. T–tengo pavor de sólo pensar en que no sea lo suficientemente bueno, que no sea experto en el papel de novio. Tengo miedo de que tú te arrepientas de haberme pedido ser tu pareja, m–mierda. Yo... yo tengo miedo de que mi madre no me acepte por lo que soy...

Hizo una pequeña pausa haciendo una mueca en sus labios, buscando la manera de seguir hablando.

—Yo te amo, ¿sabes? L–lo hago mucho... Quiero también hacerte feliz, puta madre. Pueda que siga viéndote un poco como mi mejor amigo... p–pero también te veo como mi estúpido novio, maldición. Y si... y si no lo admito es porque me avergüenzo, me da vergüenza decirte a la cara que tú... q–que tú eres mi chico, m–mi novio —mordió sus labios por unos segundos—. También porque... no quiero que alguien nos escuche hablar sobre eso. ¿Y si nos pillan conversando del tema? Sé que es estúpido, pero no quiero que nuestra familia se burle por lo que somos. Mira a tu hermano, el cíclope de mierda; sospecha de nosotros y me llama con la frase de que soy tu pareja, siento que nos hace mofa por su sospecha. Quién sabe si el maldito ya lo sabe —gruñó—. Y no tenía planeado decirte estas cosas hoy, p–pero ya me cansé, joder...

On Ice » |KaiLen|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora