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Pov. Yamaguchi

No entiendo que pasa, sé que Tsukki es mi alfa, pero siento cosas raras cuando me acerco a Shimada-san. Me asusta que Tsukki se dé cuenta, aunque él tendría un poco de culpa, es decir, me ignora y me trata con frialdad. Sé que soy suyo, soy feliz de serlo, pero creo que él está demasiado seguro de tenerme en sus manos. Tal vez sea bueno darle unos pocos celos con Shimada-san.

¿Qué disparates estás pensando Tadashi? No, eso estaría mal. Además, no tengo derecho a inmiscuir a Shimada-san en mis problemas. Nunca me he lamentado de haber nacido como un omega ya que eso me permitió pertenecerle a el maravilloso, codiciado y sexy Tsukishima Kei. Sé que soy la envidia de muchos. Eso me hace sentir importante. Creen que lo seduje con mi aroma y que hago lo que él quiere en la cama, creen que por ello está conmigo.

Lo que ellos no saben, lo que ignoran, es que hemos estado juntos desde siempre. Desde antes de que supiéramos que el sería un alfa, y yo un omega. El siempre cuido de mí, me protegía. No dejaba que nadie se aprovechara de mí. Y yo, yo era feliz. Me sentía protegido y amado por ese chico que quería parecer distante, pero que tenía un instinto de protección envidiable.

Es por eso que me extraña tanto que ahora sea así conmigo. Pensé que todo sería maravilloso cuando descubrimos que él era un alfa y yo un omega, y no solo eso, que él era mi alfa predestinado. No cabía de felicidad, nos pertenecíamos a un nivel que nadie podía interferir. Aunque sé que hay muchos que se le ofrecen, aun cuando saben que estamos juntos. No dudo de él, sé que nunca me traicionaría, pero mi inseguridad solo crece y crece al sentirme rechazado por él. Y si ahora le agrego mis emociones raras al estar cerca de Shimada-san....me estoy volviendo loco.

Siento que tengo que hablar de esto con él, aunque me muera de miedo al pensar que se molestara conmigo. Lo busco por toda la escuela, por los lugares donde siempre estamos. Sé que está cerca, puedo sentir como mi cuerpo reacciona a su presencia. De pronto, en una esquina alejada del gimnasio, escucho susurros, jadeos. Debo irme rápido de allí, no debería interrumpir, aunque no considero correcto que alguien haga esto aquí. Trato de tranquilizarme para seguir buscando a Tsukki, pero mi instinto me dice que ese ere el camino correcto. Un escalofrío recorre mi espalda. Sin ser consciente de ello, me dirijo hacia ese lugar.

Te veo, allí de pie, con una hermosa chica de cabello largo, negro y sedoso. Tiene sus brazos envueltos en tu cuello y sus piernas aferradas a tus caderas. Todo está en silencio, sé que te has dado cuenta de que estoy aquí. Levantas tu mirada y la posas en mí. Veo sorpresa y miedo. Por increíble que parezca, no digo nada. Solo, me voy.

Camino tranquilamente hacia la salida de la escuela, no escucho nada, no siento nada. En realidad, ni siquiera entiendo lo que pasa. Es como si mi tiempo se hubiera detenido. 

-¿Tadashi?-Alguien me detiene. Siento unas manos tocar mi rostro, tomar mis manos. Son diferentes a las que quisiera sentir, más grandes, más cálidas, más seguras.

-¿Qué pasa?, estas pálido, y tus manos están muy frías. ¿Te sientes mal?, ¿quieres que llame a alguien? ¿Quieres que busque a Tsukishima?

Todo se rompe al escuchar ese nombre. Tsukishima, mi Tsukki....¿De verdad me engañaste?, ¿Acaso fue un sueño, una pesadilla?. Siento que voy a llorar. 

-¿Tadashi?- Al no recibir reacción o respuesta de mi parte, Shimada-san me toma en sus brazos, y me susurra al oído-No sé qué está pasando, pero no estás solo, estoy aquí- Me aferro a él, mi cuerpo reacciona, pero no es sexo lo que quiere, es protección, es estabilidad, algo a lo que sostenerme antes de hundirme por completo.

Estoy por perder el control, lo sé. Y me aterra mi reacción. Shimada-san se da cuenta y me saca de la escuela. No sé a dónde vamos, solo sé que estoy sentado en su automóvil. Supongo que nos dirigimos a su casa. Bajo de su vehículo y con su ayuda nos adentramos a su apartamento. Mis rodillas ceden al peso de esta traición que jamás pensé que sucedería. Pero no caigo, el me sostiene y deja que me aferre a él. Entonces lloro, grito, me desgarro la garganta con los sollozos que no puedo detener.

No me dejes ir (TsukiYama)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora