Adormecida

Vuelve a la cama

Vuelve a la cama. Apenas he abierto los ojos, ni siquiera he movido un músculo, sin embargo cada célula me grita que no me mueva, que si me quedo ahí un momento más quizá hoy sea un mejor día. Muevo mi pié izquierdo, me pego accidentalmente, y ahí está de nuevo, el hormigueo, la tensión en el otro pié, mi mente es invadida por un único pensamiento; tengo que sentir lo mismo del otro lado, y golpeo mi pié derecho, está vez a propósito con el buró, primero lentamente y después con más fuerza hasta que mi cerebro está convencido de que la calidad de dolor es la misma con la del otro pié.

Al final me levanto y me miro al espejo que tiene gotas secas de agua de cuando me sacudo el pelo acabando de bañarme, el rimel y el delineador que me puse ayer se han corrido y parece como si hubiera tenido una noche loca llena de alcohol, sexo y drogas. Ja! nada más lejos de la realidad, me detuve a pensar que quizá no me haría mal salir así a la calle y crearme un poco de fama de tener al menos vida social. Agarro una bola de algodón con desmaquillante y la deslizo por mis párpados y pestañas, intetando no pensar en todo lo que tuve que haber llorado para que mi maquillaje a prueba de agua se desvaneciera.

Miro hacia la izquierda y veo mi comprobante de exámen, antes de dudar otro momento lo rompo y lo tiro apretando los dientes, no es que no haya estudiado suficiente para realizar el exámen para ingresar a la universidad, no es que hubiera estado nerviosa y olvidara todo, sino que simplemente no lo contesté porque no le ví sentido alguno, estuve sentada ahí las 7 horas que duraba el exámen simplemente viendo al frente, recordando como había engañado tan facilmente las pruebas de aptitud, los cuestionarios de psicología, incluso había convencido a mi entrevistador que era una persona mentalmente sana, y no es que estuviera loca, pero últimamente sentía que estaba en el borde.

Estaba tan absorta en mis pensamientos que no me percaté de que había empezado a sonreír hasta que por el rabillo del ojo ví como los moderadores del exámen se codeaban cuchicheando y viendo en mi dirección, no pude evitar una carcajada lo que creo los perturbó un poco, por fortuna el timbre anunciando el final del exámen sonó, escuché suspiros preocupados, lápices siendo puestos en el escritorio con desánimo y el rozar de las hojas, yo sólo entregué las hojas y me marché, caminé por el final del pasillo todavía vacío cuando escuché alguien gritar mi nombre, me dí la vuelta justo a tiempo para ver alguien girar hacia el patio, claro que