Capítulo 1: Limonada

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Dicen que las cosas más importantes es mejor guardárselas para uno mismo, ya que la envidia es muy mala y tus amigos quieren verte bien, pero nunca mejor que ellos. Pues yo creo que todos los que piensan eso están completamente equivocados, porque en mi caso no me importaba que, en  comparación conmigo, a mi mejor amigo las cosas le fueran mejor que a mí. Siempre había vivido a su sombra, y siempre había estado muy cómodo allí.

Él se llamaba Erik y era la persona más increíble que podrás conocer nunca.

Siempre había sido más alto y atlético que yo. En realidad, era más alto y atlético que casi cualquiera de la clase en la que estuviéramos. Su pelo rubio claro, que casi le tapaba los ojos, estaba lleno de rizos desordenados que le daban un aspecto descuidado, que no estaba muy lejos de ser la realidad pues era un perezoso. El color de su pelo junto a sus ojos, que eran los ojos azules más claros e intensos que he visto en mi vida, le hacían parecer extranjero, cosa que a la mayoría de las chicas les parecía irresistible. Sin embargo, su piel morena se conservaba bronceada hasta en pleno invierno, lo que le hacía perder algo de ese aspecto del norte.

Siempre estaba conmigo, a pesar de que le caía bien a todo el mundo. De hecho, yo me atrevería a decir que a los que les caía mal era porque su envidia y orgullo no les permitía apreciarle. Lo mejor de todo es que él no pretendía ni buscaba ser querido, era algo que le salía sin querer. Había muy pocas cosas que le llegaran a importar, por eso sacaba tan malas notas en todo. Yo era el que terminaba ayudándole en todas las asignaturas para asegurarme de que pasaba de curso y no me dejara solo. Eso sí, en inglés, francés, música y plástica no necesitaba para nada mi ayuda. Era el mejor en lo que se refería a idiomas y arte, quizás porque aquellas cosas eran su vocación. O porque para eso no tenía que estudiar, porque era un completo desorganizado que odiaba los horarios, que prefería salir a pasárselo bien y a hacer que todo el mundo se lo pasara bien a su alrededor antes que coger un libro de texto. Por eso y porque se pasaba los días dibujando. Tengo una colección entera de dibujos míos hechos por él.

En cambio yo... Bueno, yo me llamo Alejandro. Siempre he sido algo más bajito y enclenque que él. Tengo el cabello castaño oscuro, liso y corto. Mis ojos son de color café oscuro y por mucho que me de el sol, mi piel no se oscurece ni un poquito.

Me considero una persona bastante normal. Siempre pienso las cosas muy bien antes de actuar, además de que soy muy tímido. Por eso Erik brilla tanto al lado del aburrimiento que desprendo yo.

Como podrás ver, dentro de lo que significa pertenecer al mismo mundo, somos completamente diferentes. Nos empezamos a juntar en preescolar y desde entonces no nos hemos separado, como si una fuerza invisible nos atrajera. Quizás es por eso de que los polos opuestos se atraen. Yo prefiero pensar que es porque nos complementamos, cada uno carecemos de las cualidades que tiene el otro y juntos somos un ser completo.

Una de cal y otra de arena. Yo soy la luna y él es el sol. Su color favorito es el rojo, el mío el azul. Su número de la suerte es el nueve, el mío el seis. Esos números forman el año en el que nacimos ambos, el 96. Sin embargo, yo soy medio año mayor que él porque nací en pleno invierno, el seis de enero; mientras que él nació el solsticio de verano. Si sus padres hubieran sido ingleses, se llamaría Summer, o Natsu si fueran japoneses. Pero como nació español y no tenemos nombres como Verano o ni siquiera Junio, le tuvieron que poner Erik.

Nuestra relación era perfecta. Yo no podía imaginarme un mundo sin él porque desde que me alcanzaba la memoria, él había estado siempre. Y por error empecé a pensar que las cosas seguirían así para siempre.

Hasta ese momento, el ser tan diferentes solo nos había traído ventajas a los dos. Entonces la cosa se complicó. Teníamos 16 años cuando terminamos la ESO y nos tocó elegir sobre nuestro futuro. Yo tenía claro que iba a hacer un Bachillerato de ciencias en el instituto de nuestro pueblo, porque desde siempre se me han dado genial y me han encantado. Yo pensaba que él escogería humanidades. Pero Erik era muy talentoso, y desafortunadamente yo no era el único que lo notaba. Era el día de su cumpleaños y estábamos sentados en el banco del parque de enfrente de mi casa comiendo pipas y disfrutando de las vacaciones antes de ponernos a preparar su fiesta de cumpleaños a la que había invitado a casi toda la clase porque nos llevábamos muy bien entre todos.

Granizada de Limón (Yaoi/BL/Gay/ChicoxChico)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora