-Andaaa, veeen, que te lo vas a pasar bien.
Erik usaba siempre esas palabras cuando quería arrastrarme a cualquiera de sus ideas.
Ambos teníamos quince años cuando esas mismas palabras me llevaron al sótano de una casa desconocida. Erik y yo estábamos sentados en el suelo, formando un círculo con seis chicas más de las cuales solo conocía a dos de vista. Eran todas de un curso superior y nos habían invitado esa tarde a estar con ellas.
-Lo que pase en la botella, se queda en la botella -dijo una, no me acuerdo de su nombre, colocando una pequeña botella de refresco en mitad del círculo. Siguió hablando tan místicamente-: Las reglas son simples, vamos por turnos tirando la botella y tenemos que elegir el reto de nuestro afortunado. Empiezo yo.
-Eh, pero así no hemos jugado antes -se quejó otra, lo que provocó una pelea que duró como cinco minutos y me permitió escuchar todo tipo de insultos.
-Pues hala, empieza tú y te callas la boca -dijo la primera, finalizando esa discusión.
No recuerdo más porque yo ya había desconectado. Esas chicas me daban muy mal presentimiento, eran muy morbosas y pretendían ser quien no eran. Por fin pasó algo interesante que me hizo volver a conectar. Erik tuvo que decir quien le gustaba.
-Me gusta... -dijo mirándolas una a una, y por último a mí, creando suspense con su media sonrisa-. No me gusta nadie.
-Pero qué dices -se quejó una-. Eso es que te da vergüenza.
Erik se encogió de hombros.
-Vengaaa, dilooo -dijo la chica que estaba a su lado empujándole del hombro.
No consiguieron sacarle la información. Debía de ser verdad lo que decía cuando ni su mejor amigo del alma (yo) sabía quien era esa persona afortunada.
La siguiente vez, la botella me señaló a mí. Allí todo el mundo parecía tener muchas ganas de dejarme en suspense durante un buen rato. La chica que la había hecho girar me miró de arriba a abajo y empezó a darse golpecitos en el labio, pensativa.
-¡Ya sé! -dijo después de unos eternos segundos, dando una palmadita con emoción-. Tienes que besar a Erik.
No sé por qué no me había imaginado que sucedería algo así.
La sala entera se emocionó con ella. Petrificado, busqué ayuda en la mirada de Erik, pero él estaba ocupado mirando a todas con esa sonrisa suya que le salía sin querer cuando sabía que todo el mundo le miraba.
-¿En serio? -se quejó él.
-¡Sí!, hacéis muy buena pareja -dijo otra, frenética.
¿Por qué les hacía tanta ilusión ver a dos chicos juntos? No lo entiendo.
Poco después llegó el momento que más temía. Absolutamente todas me miraban a mí, me pareció ver móviles con la cámara encendida, y yo solo deseaba hacerme más pequeño hasta desaparecer. Volví a suplicarle ayuda a Erik con los ojos, el sabría evitar esa situación, él lo sabía todo. Pero esa vez me había dejado solo con mi decisión.
-Venga, Alex, no seas soso -dijo una.
¿Y qué hice yo ante tanta presión? Pues qué iba a hacer, obviamente fui un soso. Negué lentamente con la cabeza, aterrorizado y avergonzado. Seguramente mi cara era del color rojo más oscuro que puede tener una cara.
Ante mi negativa, los chasquidos de lengua y demás gestos de desaprobación fueron inminentes. Lo siguiente sucedió muy deprisa. Unas manos me cogieron por la mandíbula, reavivando los gritos, mi cabeza se giró en contra de mi voluntad y me encontré de bruces con los labios de Erik. De alguna forma sus manos terminaron en su nuca, empujándome contra él. Los gritos seguían "Oh, dios mío, ¡está pasando!", "¡Ay, sois tan monos!". Sé que el beso no duró mucho, pero a mí se me hizo eterno.
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Granizada de Limón (Yaoi/BL/Gay/ChicoxChico)
RomanceAlex era la noche, Erik el día. Alex siempre había vivido a la sombra de su deslumbrante mejor amigo de la infancia hasta que el talento artístico de Erik se lo llevó a Berlín. ¿Cómo habrán cambiado las cosas entre ellos cuando se reencuentren 5 año...