Uno.

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Desperté (o al menos así se sintió) ante potentes y cegadoras luces blancas que apuntaban justo hacia mi cara como un láser y lastimaban mis pupilas a un nivel que no puedo explicar.

Me incorporé lentamente, temiendo que el movimiento provocara dolor en mis extremidades, aunque no estaba seguro de si aún las tenía. No sucedió, no sentí absolutamente nada al levantarme.

Cuando mis ojos comenzaban a acostumbrarse a la luz, pude distinguir unas sombras, que caminaban de aquí para allá. Convencido de que seguramente me entenderían y podrían responder a mis preguntas, pensé en que podría decir primero.

Mi cerebro trabajaba a mil por hora, como si hubieran instalado alguna especie de mecanismo acelerador en él. Podía pensar en varias cosas al mismo tiempo y, en cierto modo, eso me aterraba.

-¿Hola?- comprobé que, en efecto, podía hablar. Varias sombras se aproximaron velozmente a mí, helándome la sangre, pues no podía encontrarles ninguna forma -¿Podrían ustedes decirme... quién soy?- formulé la pregunta que consideré más inteligente.

-Solías ser Azazael. Nosotros vamos a llamarte Asier-

-¿Asier? ¿Por qué? ¿Quiénes son ustedes?-

-Eres un ser nuevo ahora. Un ser perfecto. Nosotros te hemos creado-

-No...- mis ojos se llenaron de lágrimas y mi respiración se aceleró –Ustedes no me crearon, ustedes no son capaces de ello-

-Tal vez no, pero nosotros te hemos mejorado. Ahora eres un ser perfecto-

-¡Qué no, he dicho!- respondí con furia. Noté como todo alrededor se estremeció y me sentí más poderoso que antes -¡Si soy tan perfecto, ¿Cómo explican que me sienta tan vacío?! ¡Algo me falta! ¡Algo está mal en mí!- una de las sombras se acercó más de lo que me hubiera gustado y revisó mis ojos con una especie de lente.

-No es su alma, está ahí- confirmó

-¿Puedes ponerte de pie, Asier?- me preguntó otra voz. Al principio no iba a obedecer, pero algo me movió a hacerlo –Sus piernas y brazos parecen estar bien también-

-Creo que está de más decir que su cabeza está en perfecto estado- escuché una tercera voz. Sin embargo aún no lograba distinguir nada.

-Sólo falta una cosa por revisar...- la sombra que se encontraba más cerca de mí, me rodeó y se posicionó a mis espaldas. Colocó gentilmente las manos sobre mis hombros y las resbaló por mi espalda descubierta. En cierto momento, alcanzó un punto en el que un intenso ardor me indicó que algo andaba mal.

Mi cerebro se llenó de imágenes, mi garganta emitió un grito desgarrador que estoy seguro que el mismo Padre Celestial logró escuchar; llevé mis manos a mi cabeza y caí de rodillas en el suelo. Todo tenía sentido ahora.

Ese lugar, ese preciso y doloroso punto, era donde solían encontrarse mis alas.

Fallen OnesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora