El sexy doctor - Harry Styles y Tú

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Me sentía un poco mal, me dolía el estómago, había estado así desde hace dos días. Al principio fue un dolor normal, pero después el dolor se incrementó ya casi no podía levantarme de la cama. Me agarraban puntadas muy fuertes en el estómago. Y después de un día, en el que vomité, mi mamá prácticamente me arrastró al hospital.

- Mamá, estoy bien. – Le decía. Pero no era verdad, me sentía bastante mal, solo que no me gustaba la idea de tener que ir a un hospital.

- No me mientas, te conozco y sé que te sientes mal. Te veo muy decaída. – Me decía ella.

Llegamos al hospital, yo me senté en la sala de espera de la guardia y mi mamá fue a preguntarle a la secretaria cuanto iba a tardar el médico en atenderme, luego vino a sentarse al lado mío y me dijo que en diez minutos aproximadamente me iban a atender.

Supongo que cualquiera en mi lugar estaría nervioso o aburrido esperando, pero yo no. Tenía una muy buena atracción. Un médico bastante joven estaba tomando un café con otro doctor, ambos hablaban y el primer médico me miró por un segundo y me sonrió. Él solo estaba ahí, hablando y tomando café como cualquier persona normal, pero era tan perfecto que hacía que tomar un café sea todo un arte. El médico tenía unos veinticinco años, seguro se había recibido hace muy poco. Era un hombre bastante alto, tenía unos ojos verdes hermosos y una sonrisa que haría sentir bien a cualquiera. Cada vez que sonreía en su cara se marcaban los más perfectos hoyuelos que vi en mi vida. Y toda esa belleza quedaba enmarcada por su cabello completamente lleno de rulos, perfectos rulos, perfectamente desordenados como si no hubiese una forma de acomodarlos. Nunca había visto a un hombre tan perfecto en toda mi vida.

- Vamos es tu turno. – Dijo mi madre sacándome de mi ensoñación despierta.

- Claro. – Dije todavía sin despegar mis ojos de él.

Entre a la habitación blanca y fría del hospital, en general todo el hospital era así, pero con él cerca la habitación se llenaba de vida. Ni lo conocía y ya me había quedado como una idiota mirándolo, yo no era de creer en el amor a primera vista, y tampoco creo que esté enamorada de él, pero debo admitir que me llamó muchisimo la atención.

Un doctor entro en la habitación, rompiendo mi esperanza de que sea él el que me revise. El doctor, que casualmente era el que hablaba con el doctor rizado que vi antes, se presentó como Niall Horan, era un chico rubio, un poco más alto que yo. Tenía unos ojos celeste muy bonitos y una risa bastante contagiosa.

- Doctor, perdone que sea tan directa. Pero… ¿Por qué está tan feliz? – Le dije algo tímida.

- Hija, no seas irrespetuosa. – Me regañó mi madre.

- No hay problema. – Dijo dirigiéndose hacia ella y luego me miró a mí para responderme. – Como te imaginarás en mi trabajo, veo mucha gente con problemas graves y hasta mucha gente muere, por lo que cuando una persona que tuvo algo serio se mejora y puede volver a su hogar, los médicos nos ponemos bastante felices. – Dijo con una sonrisa.

- Oh, ya veo. – Dije pensando un momento. – Entonces me alegro de que haya podido salvar una vida. – Dije devolviéndole la sonrisa.

- No, yo no tuve nada que ver, era el paciente de mi mejor amigo que también es médico, es un cirujano. – Dijo mientras preparaba las cosas para revisarme. – Bueno, señora ¿podría dejarme solo con la paciente? – Le dijo a mi madre.

- Sí, por supuesto. – Le dijo ella. – Nos vemos afuera. – Me dijo a mí y se fue de la habitación.

Ni bien mi madre se fue el doctor Horan empezó a preguntarme que síntomas tenía, luego de contarle todo desde los primeros dolores en el estómago, hasta últimas fuertes puntadas y los vómitos, decidió que era bueno hacerme un análisis de sangre y una ecografía. Así que primero me sacó sangre mientras me hablaba para que no me dé cuenta del dolor producido por el pinchazo. Y después me acostó en una camilla para hacerme el estudio con el ecógrafo. Luego de eso, me explicó que vio una pequeña mancha cerca del apéndice, que podría no ser nada, pero con el análisis de sangre iba a confirmarlo. Me dijo que en media hora los análisis iban a estar, así que debía volver a la sala de espera donde mi mamá me empezó a interrogar sobre lo que me había hecho el doctor. Pasó la maldita media hora, y digo maldita porque ahora el sexy doctor no estaba y sí estaba aburrida. El doctor Horan se acercó a mí pero no habló conmigo, se llevó a mi mamá y le empezó a hablar. Mi mamá no parecía para nada feliz, así que supuse que eran malas noticias. Y me preparé para cuando vino a contarme.

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