Cojímar, Cuba.
2002
Camila Cabello recorría velozmente toda su casa en búsqueda de un escondite, se detuvo frenéticamente cuando su vista viajó a todo el espacio debajo de la gran mesa de madera ubicada cerca de la cocina, no debía desperdiciar más tiempo así que corrió tan rápido como sus pequeños píes le permitieron y se colocó justo en el centro, cubrió ambos de sus ojos con sus pequeñas manitas pensando que ahora nadie podría verla.
Dio un salto al sentir las grandes manos de su papá rodeándola, ahogo un grito cuando con un rápido movimiento la tomó fuera de su perfecto escondite, levantándola en el aire y atrapándola en un fuerte abrazo.
- Te encontré, pequeña - decía sin aliento debido al gran esfuerzo que aplicó persiguiendo a la risueña que ahora descansa entre sus brazos.
- ¡Otra! - gritó la niña mientras estiraba sus bracitos en clara señal de entusiasmo-. Por favor- dijo mientras dejaba caer su cuerpo hacia atrás, los muebles ahora colgaban como si de lámparas sé tratasen.
- ¿Qué tal si mejor preparamos algo de cereal? - Camila sacó su lengua, frunciendo sus cejas exageradamente.
Alejando río, colocó a la menor en el suelo con suma delicadeza mientras se inclinaba a su altura.
- Déjame pensar - dijo mientras palmeaba la cabeza de la menor proporcionándole apoyo. - ¿Quisieras comer con la abuela? - pregunto como si fuera la mejor idea que a alguien se le pudo haber ocurrido-. Mamá no volverá hasta la cena, ¿Qué te parece? - exclamó.
Camila pestañeó consecutivas veces, cambiando su rostro a uno de felicidad total, empezó a mover rápidamente su cabeza de arriba hacia abajo. Alejandro no dijo nada más, se dedicó a tomar su nariz entre sus dedos, apretándola levemente y sacudiéndola con cariño.
- ¿Nos vamos? - preguntó al ver como la menor corría en dirección a la salida. Camila asintió, saliendo junto a su padre.
. . .
- Entonces el príncipe dijo... - levantó sus débiles manos para terminar su relato, pero se vio interrumpida por la menor.
- Los príncipes son aburridos - Camila sacó su lengua y cerró uno de sus ojos mostrando su gran desagrado. - Abuelita, ¿Podrías contarme otra vez tú encuentro con el duende? - su expresión cambio, imitando al gato del cuento que alguna vez hojeo y junto sus manitas en signo de súplica.
- ¿Por...? -espero una respuesta, pero esta nunca llegó, en cambio obtuvo una expresión de confusión por parte de la menor. - ¿La palabra mágica? – pregunto la mayor, esperando de que así pudiera entenderle.
- ¡Por favor! - exclamó con felicidad la consentida de la familia.
- De acuerdo - dijo - Yo estaba caminando por el bosque cuando...- con la palabra en la boca se detuvo por un hambriento Alejandro haciendo presencia.
La expresión entusiasta de Camila se transformó a una de confusión total al ver que su querida abuela no continuaba con el relato de su historia favorita, volteó hacia dónde ella posaba su vista para poder ver la expresión de su papá, la cual le recordó al de un cachorro que deseaba algo para comer.
Se confundió aún más cuando su abuela soltó un suspiro, no entendía lo que pasaba. - Eh, ¿abue? - ella posó su vista en los grandes ojos de la menor- ¿Qué te parecen unos moros y cristianos? - dijo, no eran la comida favorita de Camila, pero le encantaba comer todo lo que le su abuelita preparaba, se limitó a sonreír y su abuela repitió el gesto.
. . .
- ¡Te quiero mucho! - dijo Camila lo suficientemente alto como para su abuela la escuchara, su abuela agitaba su mano de lado a lado desde la entrada de su casa.
- ¡Vuelvan pronto! -gritó su abuela mientras con gran esfuerzo cerraba la puerta de madera. Camila dejó de ver a su abuela para observar las farolas, le proporcionaban una sensación de calidez. Se sorprendió cuando descubrió algo muy importante para ella.
- ¡Papi! ¡La luna nos está siguiendo! - exclamó con todas sus fuerzas mientras hacía que su papá detuviera el paso.
- La luna siempre estará contigo, Kaki-. Dijo Alejando con obviedad, pero eso solo logró confundir a Camila.
- ¿Qué? ¿Por qué? - preguntó.
- La luna estará siempre para escucharte -Camila frunció el ceño- y cuando tú, mi pequeño sol, salgas a iluminar el mundo con tu sonrisa, permanecerá en tu corazón.
Camila quiso preguntar muchas cosas, pero se limitó a seguir la historia de su padre.
. . .
- Mami, ¿podrías contarme un cuento para dormir? - preguntó, mientras abrazaba sus peluches en uno de sus lugares favoritos, su cama.
Sinu caminó a la estantería llena de libros pertenecientes a la pequeña, estaba por tomar uno al azar hasta que la pequeña habló.
- De tu corazón, por favor -Sinu suspiró y tomó asiento sobre la gruesa sábana amarilla, en ese momento recordó una vieja leyenda que habia escuchado.
- Se dice, que hace mucho tiempo atrás, los humanos no eran como lo son ahora, tenían cuatro brazos, cuatro piernas...
Esa noche Camila escucho atentamente cada palabra que su madre le contaba, aun a su corta edad, las historias que ese día escucho, no las olvidaría nunca, la pequeña cree en ellas con todo su corazón, ahora y hasta el último día de su vida.
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All of the stars; Camren
FanfictionCamila creía en los cuentos de hadas. Lauren era parte de uno. Fantasía. Historia corta.