Yo solía ser callado. En el silencio las raíces crecen, y el tallo, mástil de las invenciones y la mente, comienza a desarrollarse, con la clorofila del pensar, para luego precipitarse hacia el cielo como una flor, por medio del habla. Algunos florecen demasiado y sus raíces no llegan a tierra fértil, y en cualquier ventisca caen de rodillas, y se sepultan a sí mismos entre sí. Mira, aquella muchacha de allí. Tiene muy grandes raíces. Sí, porque está en silencio, pero no sólo por eso, sino porque además está pensando. Y sobre todo por los surcos que está tomando su pensamiento. Te preguntarás; ¿Cómo saber lo que piensan los demás?
Pues, bueno, en cuanto a la muchacha. ¿Cómo harías para saber lo que está pensando ahora mismo?
-Jeje preguntándole...
- ¡Perfecto! La primera forma es física. La gente busca respuestas, más ya no hace más preguntas, se digna (o mejor dicho indigna) de tan sólo existir, con la vana espera de ser sorteado y ganado a la falsa "Verdad", que nos prometen, pero que ni siquiera existe, y si existe, sólo nos muestran el camino contrario. Mas, volviendo a la temática de preguntar... Vamos, hazlo.
-¿Quién? ¿Yo? ¡Nooo!
-¿Por qué no?
-Ohh vamos...
-Pues entonces lo haré yo... -Se arrimó describiendo un gesto que recordaba a las enroscadas hojas del árbol Aguaribay- Disculpe, no se asusté, hágame el favor de retener los últimos ecos de su memoria. Y ahora, ¿Sería tan amable y capaz de decirme en qué pensaba? No, claro Rem, el gato de Schrödinger podría estar modificándolo todo, sin embargo, justamente aquella teoría hablaba de un gato. El hombre es el único ser acostumbrado a ser observado, y sobre todo por alguien de su propia especie, otro humano. Mas yo no me considero uno, así que podría no estar funcionando del todo... ¿Tiempo? ¿Abstracto o "real"?
-La muchacha tardó en darse por aludida, debido a sus gestos, se encontraba muy sorprendida por la pregunta. Luego dijo:-Pues... pensaba en la tarea de historia del arte.
-Vamos, concéntrate, hurga más en tu propia mente, por favor. Está bien, como verás, Rem, este método no siempre funciona, por eso hay que saber desarrollar los demás. Saber lo que piensa el otro, sus mayores temores y enemigos, y sus mayores deseos, ilusiones, alegrías, todo lo que es el otro. Y simplemente al ver la forma en que el viento trata a sus cabellos. Por eso me cuesta menos en una joven muchacha de espíritu primaveral. En cómo arquea sus cejas, en el brillo de sus ojos, en la mueca del lateral de su boca...
-Tienes razón-Dijo la muchacha con bastante timidez.
-¿En qué?-Preguntó Rem.
-En lo que él dice, no estaba pensando en historia del arte...
-¿En qué pensabas? –Preguntó Rem.
-¿Abstracto o "real"?-Terció Leuco.
-Pues siempre creí que era uno sólo...-Respondió la muchacha.
-Oh, pues, quizás... Al menos, en realidad todo es abstracto, así que tendría mucho sentido.
-Pues, Señor, ¿Cómo diferenciaría a los dos tipos de tiempos?
-Puesss... El tiempo "real" es ese que es como la frazada en invierno, que nunca te tapa del todo, siempre vas estirándolo de aquí y de allá, pero nunca te alcanza lo suficiente. El tiempo abstracto, es eso que restablece amistades, fortalece las existentes, y al mismo tiempo destroza todo, eso que le da una oportunidad de expresión a todos los seres del Universo, pero al mismo tiempo puede ser cómplice de la malévola rutina. O por ejemplo, podría esconderse en las promesas de eternidad. Uno promete amar eternamente. ¿Existe la eternidad?
-Hay tantas cosas que existen y son imposibles de comprobar... -Dijo la joven mientras dirigía su tierna mirada al helecho, el cual se encontraba al lado del banco de madera, en una maceta improvisada con un antiguo balde de pintura, abrazando el antiguo palo de una escoba, como a una madre ayudándole a aprender a caminar.
-¿Cómo te llamas?-Preguntó Rem.
-Dieciséis... Digo... Liria.
-Jajaj, el hecho es que en realidad quise preguntarte vuestra edad. Pero bueno, ya no me quedan más preguntas entonces. Pero estoy seguro de que a mi compañero sí...
-No, sólo las hago para divertirme, al menos cuando de personas hablamos, puedo saber todo lo que piensan, como si de recolectar frutos de los árboles se tratara.
-Oh, sin embargo no podrías saber lo que los demás piensan sobre lo que piensan, o cuanto serían capaces de contarte, o conocer la voz de los demás. –Dijo Liria.
-Tienes razón. Mas las voces de algunas personas sí las puedo oír cuando piensan. No siempre coinciden con la que utilizan al hablar. Pero la tuya sí, es un eco de tus pensamientos.-Dijo Leuco- ¿Me equivoco al pensar que escondes un libro entre las mangas de tu abrigo?
-¡Yo en ningún momento he pensado en ello!
-Mas se te nota en la mirada.
-¿Vista cansada?
-¿De tanto leer? No. De conocer demasiado, y no encontrar nada aquí, en este mundo. Tus ojos revolotean, mas no encuentran donde aterrizar. Se nota que eres lectora. Por la mueca a la izquierda de tus labios, por como levantas tu ceja izquierda, tus callos en las yemas del dedo índice y pulgar de tu mano izquierda, por los rizos de tu cabello al son del viento, tu serenidad, tanto tus ojos como tus labios y tu cabello, parecen dibujar hojas de sauce, por tu bufanda verde larga, por todo. Y más que nada por el señalador que se te acaba de caer al suelo...
-¿Cómo sabes que ese hoja de sauce es un señalador?
-Simplemente lo sé.
-Mil disculpas, Liria, un gusto en conocerla, pero debemos irnos. Mi nombre es Remillian, un gusto.
-Espera Rem, yo me quedaré un rato, aún no le he devuelto las partituras a la bibliotecaria.-Dijo Leuco.
-Oh, en fin puedo esperar un rato más-
-No, se te hará tarde. No hace falta.
-Insisto...
-¿Te molesta que prosigamos la charla...? Ay, se me olvidó, ¿Cómo era?... Lei...
-Liria-Se adelantó Rem.
-Liria, Liria ¿Por qué siempre olvido los nombres? Deberé componerte un poema para recordarlo. Pero de todas formas, no respondes a nuestra pregunta, mi pregunta.
-No molesta en absoluto, créanme, claro que todo lo contrario. No soy muy propensa a hablar, sin embargo esta conversación me gusta. ¿En qué estábamos? Digo... Estaban... eh vos y Remillian...
-Estábamos, los tres. Y así que tú tampoco recuerdas mi nombre, nos encontramos a mano entonces. Oh pero si aún no te lo he dicho, pero que idiot...
-No os insultéis a ti mismo. Nunca, no es bueno acostumbrarse, Leu.- Dijo Liria y apenas dicho esto hizo una mueca de nerviosismo.
-Bueno, sí, como te decía, puedes llamarme Leu... ¿Y en qué tema estábamos, Remil?
-Jaj, yo ya ni sé, pregúntamelo a mí. Dices que eras callado, ¿Tú le crees, Liria? No soporta hablar cinco minutos del mismo tema. Anda yéndose por las ramas desde la mañana, y así siempre, ya me marea.