El día no lo recibía con un buen ojo, pero, en medio del frio, se colocó una chaqueta antes de salir de casa. La nieve perseguía sus pasos, mientras, después de algunos, o muchos minutos, alguien más comenzó a seguirlo.
Una delgada línea curveada se formó en sus labios.
- ¿Qué estás intentando, Oswald?
El chico emitió un bufido. Sus pasos se hicieron más evidentes y en poco tiempo se colocó a su lado.
- ¿Desde hace cuánto me sentiste?
La sonrisa de Abel se hizo más pronunciada.
- Justo cuando pase por tu casa.
- ¿Pensabas irte sin mí, acaso?-pronunció acusador, le miró con los ojos entrecerrados y el entrecejo fruncido.
- No, pero pude verte seguirme.
Oswald rodó los ojos mientras cruzaba los brazos.
- Diablos-refunfuñó-, el frio es insoportable. ¿Cómo puedes aguantar con esa delgada chaqueta?
Abel colocó las manos sobre su nuca, y despreocupado, siguió caminando calmadamente mientras Oswaldo se jorobó y siguió abrazándose con más ganas a sí mismo.
- No es para tanto, ¿o sí?
Oswaldo lo miró como si algo no estuviera bien con él. ¿Decía qué no era para tanto? Estaban caminando en medio de la nieve, y lo que empeoraba su situación, comenzaba a nevar.
- ¿Acaso hay algo malo contigo? -preguntó Oswaldo.
- ¿Por qué lo dices?
Oswaldo se detuvo, Abel se obligó a verlo y detener sus pasos. Miró a Oswaldo con el rostro sereno. Su piel pálida lucía más pálida a lo que podía considerarse normal. Oswaldo no supo identificar si era por el ambiente o el frio, o por una mala alimentación, o tal vez porque solía vestír de negro, aunque, Abel siempre tenía la piel pálida, pero de alguna forma lo sentía distinto. Algo en él.
- ¿Oswa?
- ¿Qué? -negó con la cabeza. ¿Cuánto tiempo se perdió en sus pensamientos? -. No me llames Oswa, ya te lo he dicho.
- Lo siento, pero es más fácil, me ahorro tiempo.
Oswa emitió un gruñido.
- Olvídalo-pronunció Oswa. Siguió caminando y a su par Abel continuó.
- Aunque...-dijo Abel en medio del silencio, su voz sonó como un susurro, uno que podía oírse a la perfección, pero que no sonaba del todo agradable-, detesto el frio.
Oswa lo miró, Abel mantenía la cabeza mirando al cielo, pestañeó cuando sintió una gota fría llegar hacia sus pómulos. El rostro de Abel lucía amable como siempre, pero Oswa seguía pensando que había algo distinto en él. Abel bajó la mirada, los ojos verdes del chico se posaron sobre él, Abel sonrió, Oswa no se inmutó y siguió mirándolo. ¿Qué había de mal en ese chico?
- ¿Trabajaste todas las vacaciones? -preguntó Oswa.
- Así es.
- ¿En qué trabajaste?
- Mesero, en una cafetería. Me dejaron seguir yendo para los fines de semana.
Oswa supo muy poco sobre Abel durante vacaciones, Abel era poco apegado a redes sociales, no solía contestar los mensajes de texto y pocas veces respondía llamadas, sin embargo, se habían visto dos o tres veces.
Llegaron a la universidad, este era su tercer año y un amigo demasiado energético les saludó desde la puerta de su nuevo salón.
- ¡Chicos!
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Gritos en el silencio
Teen FictionAbel, el chico de las sonrisas amables, alguien que nunca dirá que algo está mal. Ojos verdes y mirada cálida. Un chico que podía llamar la atención cuando se lo proponía. Pero estaba él. El profesor Royer, nadie esperó que aquella presencia impondr...