Parte Única

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Debía despertar

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Debía despertar.

Lo sabía, mas no lo aceptaba.

Mis ojos se encontraban sellados como una caja fuerte. La luz entraba por los grandes ventanales de esa habitación, los sentía, penetraban mi rostro con fiereza. Subí un poco más aquella sabana y restregué mi rostro en la almohada de plumas.

Abrí un ojo, y encontré un lugar que no reconocía. Techo mohoso, paredes cuarteadas y ventanas rotas. ¿Dónde estaba? Este no era mi cuarto. Memorias borrosas de la noche anterior se arremolinaban en mi mente, como un torbellino.

Segundo dato que me perturbó.

Estaba desnudo. Aquella sabana blanca cubría mi sudoroso cuerpo. Recordé unos ojos azules, unos labios rojos y un vestido blanco. Recordé voces dulces y tragos fuertes. Recordé suaves manos pasando por mi cuerpo.

Giré y observé la delgada figura de una mujer castaña, muy hermosa si puedo comentar. Su cabello estaba hecho un desastre y reposaba sobre la almohada. Su maquillaje estaba corrido pero seguía luciendo hermosa. Y, para acabar, estaba desnuda.

Desnuda en aquella habitación de hotel.

Empecé a respirar entrecortadamente. Había estado con ella. Más recuerdos llegaron a mi cabeza, despejando todas mis dudas. Música alta y luces de colores, besos húmedos en el baño y caricias en la parte trasera de un auto.

— ¿Qué demonios hiciste Styles? —me agarré los cabellos que caían despeinados por mi frente, jalándolos molesto. Quería llorar, gritar y golpear lo primero que encontrase.

Mire a la chica. No solo me había acostado con ella, con aquella chica de la cual no sabía el nombre, aquella chica que lucia tanto como la persona que más amaba en el mundo. La había llamado como él, había gruñido su nombre. Había gemido su nombre mientras la follaba.

Louis.

Su nombre brotaba en mi cabeza millones de veces desde el día que me dejó. Desde el día en que él se fue y se llevo mi corazón consigo. Lo amaba con locura, era lo único que le daba brillo a mi vida, y ahora me escondo en la penumbra.

Y estaba allí, en un cuarto de hotel barato. Apestando a sexo y perfume de Dior, con una chica entre las sabanas y mi corazón al limite. ¿Qué tan bajo has caído Styles?

— Mmm... Harry —gimió la chica, retorciéndose entre la cama con sus ojos puestos en mi. Sus ojos, azules como el mar, un profundo mar en el que me sumergiría si solo fuese él—. ¿Estás bien? Luces indispuesto.

— Estoy bien... eh —titubee.

— Agatha —soltó una risita. Una risita de niña pequeña que ablando mi corazón. Que melodioso sonido salía de sus abultados labios. Pero no tan hermosa como la jocosa risa de Louis. Aquella risa que alegro mis días, aquella risa que soltaba y los mismos ángeles se sentían celosos con respecto.

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⏰ Última actualización: Mar 11, 2019 ⏰

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