Se escuchan unos pequeños y rápidos pasos por los grandes y semioscuros pasillos de la casa de la familia Uchiha. La pequeña silueta se detiene delante de unas bonitas puertas corredizas y titubea antes de entrar lo más silenciosamente posible. Se acerca de manera sigilosa al gran fûton que se encontraba en el centro de la amplia habitación, iluminada por las primeras luces de la mañana.
Dentro de aquella cómoda cama oriental se encontraban dos personas en un sueño profundo. El pequeño intruso se arrodilló a uno de los lados y se acercó a una de aquello durmientes:
-Papá... Papá, despierta –llamó la dulce vocecilla al oído en un susurro.
-Hn... -respondió el hombre al que llamaba padre. Éste se dio la vuelta levemente con los ojos entreabiertos, casi listos para cerrarse de nuevo- ¿Sarada? ¿Qué pasa? –preguntó en un murmullo adormilado mientras se pasaba una mano por la cara para despejarse.
-Ya es de día. Decidimos levantarnos pronto para prepararle el desayuno a mamá por su cumpleaños, ¿recuerdas? –explicó Sarada un tanto escéptica ante el olvido de su padre. Él nunca se olvidaba de nada importante; era el mejor.
-Cierto –respondió Sasuke acariciando la despeinada cabellera negra de su hija. Sonrió. Al parecer había dado muchas vueltas esa noche en la cama pensando en cómo reaccionaría Sakura ante su sorpresa- Ahora voy. Ve encendiendo las luces de la cocina. Y no hagas mucho ruido –ordenó dándole un golpecito con sus dedos índice y anular en la frente.
-Hai –contestó la pequeña con evidente emoción. Se puso de pie y salió de la habitación de la misma forma que había entrado.
Sasuke suspiró, dispuesto a levantarse. Sin embargo, su brazo derecho se encontraba bajo la cintura de Sakura, quien estaba de espaldas a él. Se incorporó cuidadosamente y la miró. Ella dormía plácidamente, con su corto y sedoso cabello rosado revuelto sobre la almohada. Sasuke levantó su ya recuperado brazo izquierdo y acarició suavemente la mejilla de su mujer con su mano vendada. Acto seguido, dejó un cariñoso beso cerca del pequeño rombo púrpura de su frente. Sakura murmuró entre sueños y se movió levemente para adoptar una postura más cómoda que le permitiese seguir durmiendo. Sasuke aprovechó el movimiento para liberar su brazo y salir del lecho. Se aseguró que la pelirrosa volviera a estar inmóvil, y salió de la habitación.
Para cuando llegó a la cocina (después de haber ido al servicio a despejarse con un poco de agua fría en la cara), Sarada ya había dispuesto todo lo necesario para que pudieran comenzar a preparar lo que sería "el súper desayuno sorpresa para mamá", nombre otorgado por la misma pequeña el día anterior cuando le contó el plan a su padre.
-Papá, papá, vamos –llamó apremiándole. Se acercó a él e hizo que se acercara a la mesa donde había sacado los alimentos que siempre desayunaban- ¿Y? ¿Qué vamos a hacer? –preguntó de repente la pequeña con ilusión, la curiosidad llenando sus hermosos ojos negros detrás de sus gafitas rojas.
-¿Ah? –Sasuke, sorprendido, no tenía ni idea de qué responder. Le había pillado totalmente desprevenido. ¿Es que acaso su querida hija había sugerido hacer un desayuno sin ni siquiera tener nada planeado? Sí, así lo parecía. Perfecto. Él nunca hacía el desayuno, ni ninguna otra comida (al menos no desde que comenzó a vivir con Sakura), no tenía ni la más remota idea de qué hacer para impresionar a su esposa. Además, a él le apetecían unos tomates.
Miró con indecisión a su hija. Ella le regresaba su mirada con curiosidad, sin sentirse cohibida por el Rinnegan en el ojo izquierdo de su padre.
-Podríamos comenzar por hacer algo sencillo y... -dijo intentando hacer que su idea simplista sonase a algo maravilloso- Podríamos llevárselo a la cama en vez de dárselo aquí. ¿Qué te parece? –propuso nada más la brillante idea apareció en su cabeza, sintiéndose orgulloso de sí mismo por su rapidez intelectiva.
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ONE SHOT - SASUSAKU - ¡FELICIDADES MAMÁ!
Fanfiction28 de marzo. El cumpleaños de Sakura siempre había estado lleno de sorpresas, siempre rodeada de amigos y familiares... Pero, por primera vez, conseguiría lo que ella desde el principio había querido: un desayuno en la cama y su par de pelinegros mi...