Siento la necesidad de apagarme. Si, apagarme.
Como si fuera un celular o cualquier artefacto en esta era tecnológica, dejar que la maquina que tengo en mi cabeza se silencie o en su defecto vibre. Dejar de pensar es imposible supongo, que todos los "hubiera" que me rodean se vayan junto con mi inseguridad, pero eso no sucede o por lo menos no a mi .
Ese recordatorio del error, de lo que duele y sigue sangrando, de lo que no se supera y que nos persigue hasta en los momentos donde no deberían. Es como estar a bordo del titanic continuamente y ¿porque? esa pregunta que llega y que aún no encuentro la justificación. Un profesor en un momento dijo " en momentos de dolor uno no puede ver bien el vaso quizás, y no encontramos la respuesta milenaria del porque de las cosas, porque simplemente capaz que no la halla". Por mucho tiempo me hice esa pregunta errónea y sin siquiera llegar a ver un vaso, la cambié.
Cambié la interrogante que me perseguía por un ¿para qué? como un desafió para seguir adelante. No es un duelo lo que se transita, es la vida. Ese vacío constante, la angustia y tristeza sin filtro es tan real que muchas veces nos creamos muros, mundos paralelos para hacernos creer que no están.
La pregunta ahora es ¿cuantos filtros se necesitan para escapar de la realidad?