[p a r t e ú n i c a]

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Corría por los pasillos de la Abadía de Westminster. No se lo podía perder, era demasiado importante como para perdérselo. Pero antes de todo, necesitaba verlo, asegurarse que todo lo que estaba pasando era real y no alguna estúpida ilusión.

Siguió corriendo por los grandes pasillos llenos de cuadros y esculturas mientras sin querer chocaba con la gente que pasaba por esos mismos pasillos, algunos nobles y otros simples empleados, eso sí, siempre se disculpaba como buen caballero inglés que le habían enseñado a ser.

Con el aliento saliéndole del pecho paró delante de una gran puerta. Tragó saliva, respiró hondo y con un poco de nerviosismo tocó la gran puerta esperando por una respuesta que no se hizo esperar.

-Adelante.

Empujó la puerta para encontrarse con una gran habitación, una que conocía perfectamente y en la cual había pasado miles de noches incontables para él. La habitación estaba llena de lujos, una gran cama en perfecto estado, un techo con una pintura de algún reconocido pintor, muebles carísimos que la mayoría de la población del país no se podía permitir y un gran espejo, por donde se veía a el mismo y a otra figura. Cerró la puerta detrás de él, sonrió de una manera que solo él sabía hacer y empezó a hablar ya sin nerviosismo alguno.

-Así que... Hoy es el gran día, ¿no? -dijo con una pequeña pero feliz sonrisa mientras se acercaba más al otro. -No me puedo creer que hace tan solo unos años estuvieras usando babero y chillándome que no jugaba contigo. – Al escuchar lo último, ambos se les escapó unas pequeñas carcajadas, recordando aquellos tiempos.

El otro chico, quien se estaba intentando poner bien su traje, dejó lo que estaba haciendo un momento y se giró a encararle. Al hacerlo, se dio cuenta que el otro estaba más cerca de lo que pensaba, estaban a unos centímetros de los labios del otro, podían notar como sus respiraciones chocaban. Se miraron a los ojos y el más alto, solo por un par de centímetros, siguió hablando.

-Venga ya, Arthur, ¿ni hoy me puedes dejar de molestar? -lo decía con una sonrisa, una mucho más grande que la de Arthur, una donde dejaba ver toda aquella mezcla sin sentido de sentimientos encerrados dentro de su cuerpo, nerviosismo, alegría y sobretodo euforia. -Además, hoy es el día, el día donde paso de ser príncipe a rey. Aunque no lo parezca estoy muy nervioso, imagínate que en medio de la ceremonia se me cae algo al suelo y pasó a ser el hazmerreir de los nobles, como futuro rey no puedo permitir que eso ocurra. -dijo soltando una risa y esperando que no pasara.

Arthur se mantuvo en silencio y se acercó más a él, cogió sus mejillas entre sus manos, acercando poco a poco sus rostros, y lentamente, le besó. No era un beso ni muy profundo ni muy suave, era perfecto, solo Arthur sabía el punto perfecto, y eso a Antonio le encantaba. Al separarse, se miraron, cada uno sumergido en los esmeraldas del otro. Con una voz tranquila Arthur empezó a hablar:

-Tranquilo, no va a pasar nada, y si pasa, bueno, serias el rey. ¿No? Y dime tu quien se iría a meter con el rey del mayor reino que jamás ha existido. Menos yo, claro, yo soy la excepción, yo puedo burlarme de ti todo lo que quiera, para tu mala suerte. -podía distinguir el tono de burla que había en esas palabras, pero también podía distinguir la seriedad de su mirada al decirle que todo iba a ir bien. Por eso le gustaba Arthur, le daba seguridad y a la vez le trataba como uno más. Él era el único que le desafiaba, ya fueran palabras, besos o cualquier otra cosa, no le hablaba con respeto como hacían los demás solo por el hecho de que fuera el próximo rey.

-Vaya imagen voy a dar si eso pasa. Pero, dejando eso a un lado, ¿me ayudas a ponerme bien esto, por favor? Llevo como veinte minutos intentándolo y no puedo. –lo dijo con su sonrisa, aquella a la que Arthur era débil, mientras señalaba alguna parte de su ostentoso traje.

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⏰ Última actualización: Apr 23, 2018 ⏰

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Long live the king ||hetalia [a.u.]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora