A veces me siento como un muñeco, manipulado para estudiar durante media vida y trabajar hasta ser anciano. En esos momentos siento la necesidad de destacar, de demostrar que soy diferente , de ganarme el respeto del mundo, de dejar mi huella en la sociedad. Y piensas, te comes la cabeza buscando esa idea que demuestre que eres diferente. Al final consigues elaborar una idea, esa que te permitirá demostrar que no eres uno más. Pero después llega el miedo, ese miedo inexplicable al rechazo, la falta de constancia y los momentos en los que las cosas no salen como esperas. Y justo en esos precisos instantes es donde se demuestra tu valía , donde se encuentra esa ligera diferencia entre la simplicidad y el éxito.