Supongo que estaba bien.En el espejo se reflejaba mi cara y el pelo mal peinado. Solté un bufido pasando mi mano por él,intentando arreglarlo.La verdad es que me daba bastante igual.Coloqué bien mi chaqueta y la corbata,pero no iba demasiado elegante.Hice varias muecas frente al espejo.
Era el 9 de Junio,y 24 años eran demasiados.Las ventanas del baño aún estaban algo empañadas por el baño caliente que me había dado para relajar los músculos,pero los nervios seguían ahí.
Al otro lado de la puerta,el pequeño Alex jugaba con el lazo de su cuello,dando vueltas en su sitio diciendo que parecía un pingüino.
Miré otra vez mi reflejo frunciendo el ceño.Iba descalzo,pero el suelo del baño no estaba excesivamente frío.Me mordí el labio y abrí la puerta del baño.
Poco a poco las ventanas volvieron a ser translúcidas y el vapor se condensó dejando lágrimas de agua dulce que recorrían el espejo y las paredes.
Entonces, fue inevitable dibujar una sonrisa tonta en mi cara.Estaba impresionante.
Crucé la habitación encontrado a mi perfecta esposa de espaldas mirando por el gran ventanal.Llevaba un vestido rojo de Armani descubierto por la espalda que llegaba hasta el suelo ajustado al cuerpo.Incluso con esos tacones negros tan altos no llegaba a mi altura.Decorando su cuello un precioso collar con diamantes de Guess,y con sus mechones de cabello rubios por sus hombros.
La abracé por la espalda con una sonrisa haciendo que se sobresaltara un poco.
—Dios,Dominik,no me des esos sustos.—suspiró dibujando una sonrisa.
Aquella noche,con ese pintalabios rojo sus labios estaban más apetecibles que nunca.
—Estás preciosa.—murmuré en su oído lentamente haciendo que su piel se erizara.
Dios,como me gustaba.Hedoné se giro con una sonrisa y sonreía mientras colocaba bien el cuello de mi camisa.
—Pero no destacaré tanto como tú.
Me relamí los labios,pensando en como lo pasaríamos esta noche.Dejé un corto beso en sus labios y Alex nos miró asqueado desde el sofá.
—¿Qué?—pregunté divertido por la mueca de mi hijo.Él hizo una mueca mirándome.
—¿Por qué no dejas a mi mamá respirar?Con tu boca ahí ella no puede porque por la nariz no se puede.—Dijo el pequeño de 4 años haciendo un puchero.
—¿Tuya?—Encarné una ceja sin dejar la sonrisa de lado.—¿Seguro?
Alex asintió varias veces y me sacó la lengua.
—¡Mamá es mía,papi!—gritó escondiéndose detrás del sofá.
—Claro que no. —corrí detrás de él.
Alex intentaba escaparse por todo el apartamento,pero conseguí atraparlo.
Lo dejé sobre el sofá y empecé a hacerle cosquillas mientras él gritaba para que lo dejase en paz.
Ambos reíamos mientras intentaba poner los mechones que caían por mi frente en su sitio.
Hedoné había entrado al baño a buscar la alianza,y poco más le da algo al vernos así.