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Era una noche cálida de verano en la aldea de Konoha, la gente paseaba por las calles, pero en algún lado de la aldea la preocupación y el miedo llenaba aquella casa donde una pareja joven no dejaba de analizar documentos y mapas en la mesa de su cocina por la reciente desaparición de su preciosa hija.

- Minato , mañana ya serán 8 días desde que Tsuri se fue - Dijo la pelirroja aguantando el llanto mientras miraba a su marido que llevaba días sin dormir mientras buscaba y buscaba cómo loco a la pequeña - ¿Crees que ella aun siga con...- Incapaz de terminar la frase debido al sollozo que se le escapó al solo imaginarse aquel fatídico escenario, el rubio la cubrió con sus brazos apretando los labios de la impotencia que le recorría.

No entendía cómo se había esfumado de un momento a otro siendo él incapaz de ver algo, se sentía enfermo de solo recordar cómo era alabado como un gran shinobi y su hija se perdió estando a su cuidado. Su pequeña debía estar tan asustada y decepcionada de aquel tonto padre que la dejó sola.

- Ella está bien, te lo prometo - Sabía que no debía hacer promesas ya que existían infinitos escenarios pero él quería creer hasta grabárselo con fuego en su mente y corazón la única posibilidad de que su hija estaba bien y la encontrarían.

La pelirroja se separó de él para mirarlo a los ojos y dedicarle un intento de sonrisa, confiaba plenamente en su esposo y que ninguno de los dos se rendirían, moverían cielo, mar y tierra hasta encontrar a aquella pequeña niña rubia que era dueña de sus corazones.

Ambos se aferraron a sus esperanzas y siguieron con los suyo, marcando lugares dentro y fuera de Konoha en los que ya habían buscando y otros en los cuales irían a revisar una vez más pero también había documentos con datos de posibles personas con antecedente crimínales o con motivos para querer hacerles daño. Estaban cubriendo cada posibilidad y agradecían el enorme apoyo de sus conocidos y del Hokage ya que podían ampliar y agilizar su búsqueda.

Estaban tan ensimismados que se sorprendieron ante los urgentes toques y llamados a la puerta, ambos extrañados se acercaron a abrir encontrándose con un shinobi que conocían de la oficina de Sandaime, este respiraba agitado como si hubiera sido enviado con suma urgencia, ambos se angustiaron de inmediato con miedo a malas noticias, el chico tratando de regular su respiración soltó algo que detuvo el tiempo para la pareja.

- La encontraron, tienen que ir al hospital ahora - Sin pensarlo ambos salieron corriendo dejando a aquel shinobi atrás, su hija estaba herida, era lo único que estaba latente en sus mentes, corrieron lo más rápido que sus piernas se los permitió, maldecían por haber elegido una casa en las orillas de la aldea y que por eso tardarían más en llegar al hospital situado en el corazón de Konoha.

Cuando por fin visualizaron el edificio medico aumentaron su velocidad y al llegar de inmediato los dirigieron a donde ella se encontraba, siguieron a la enfermera a pasos apresurados y al llegar a la habitación afuera se encontraba Uchiha Fugaku junto a dos hombres, los 3 vestían los característicos uniformes de la Policia, sus miradas se enfocaron en los preocupados padres acercándose.

- La encontramos mientras patrullábamos - Dijo deteniéndolos, el jefe de la policía, aquel serio y recto hombre había escuchado por rumores y después por la boca de su esposa de la desaparición de Namikaze Tsurenai, la pequeña compañera de juego de su primogénito, él conocía a la traviesa rubia y como padre comprendió la desesperación de Minato y Kushina así que sin que se lo pidieran le había dado la orden a sus subordinados de poner especial atención en sus patrullajes y estaban ampliando sus rutas por si encontraban algún indicio o pistas - Estaba inconsciente cerca de uno de los campos de entrenamiento de la academia, no tenía heridas graves salvo a algo que tienen que ver ustedes mismos -Escucharon atentos al hombre con el miedo dominando su cuerpo, Minato apretó el puño de la furia mirando al suelo imaginando lo que le pudieron haber hecho a su hija, mientras que las lágrimas rodaban sin parar por el rostro preocupado de Kushina, ambos le agradecieron a los Uchihas y con pasos lentos entraron a la habitación del hospital con los policías siguiéndolos.

Entre Akatsuki y KonohaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora