Me había convertido en el eje de sus historias.
Personajes malvados, trágicos... Incluso representé al amor imposible de una de sus protagonistas.
Mientras yo vivía mi vida allá afuera, mientras yo intentaba superar lo que pudimos ser, ella se encerró en su habitación a escribir sobre mí... Sobre todo lo que le hubiese gustado vivir conmigo, sobre lo mucho que me amó y lo mucho que me odia por todo lo que no fue, más que por lo que alguna vez vivimos lado a lado.
Me contaron que por las noches reía frente al televisor, que por las tardes los libros le sacaban sonrisas y que por las mañanas odiaba verme en el trabajo, pero sonreía porque no quería ser débil nunca más.
También me contaron que estaba muy rota, muy enojada y perdida esperando que le salvara, que llegara en un convertible azul con un ramo de sus flores favoritas, que de hecho, nunca supe cuáles eran y si alguna vez me enteré, no puedo recordar.
Sí, así de extravagante, justo como en sus historias, ella quería convertirme en su ideal.
Ella quería que los personajes que creó basándose en mí se apoderaran de mi conciencia, que sus percepciones y fantasías rogaran estar con ella en mi lugar, pensando que de hecho, así era yo.
Nada más alejado de la realidad.
Miradas de desprecio, tristeza, decepción, lástima... Todo eso recibí de ella, golpe tras golpe soporté cada una de las indirectas acciones que pedían atención, desde lejos, desde muy lejos me herían.
Sin embargo, con el paso del tiempo dejó de importarme. Me consumía... Y aun así ya no era capaz sentir dolor.
Muchas veces me dijo adiós, muchas más me dijo te amo, en ocasiones me asesinaba y por ratos me engañaba con otro; Cuando le apetecía, yo era devorado por las ardientes flamas de su venganza... ¿Cuántas historias no escribió pensando en mí?
Quizá, a primera vista esto parezca una oda a mi egocentrismo, y quizá me gustaría creer que es así, quizá me gustaría no tener la certeza del daño que le hacía mi presencia y cuánto la destrozó nuestro adiós. Tal vez, tan sólo tal vez, sería grandioso que todo esto que ahora cuento sobre cómo me convertí en un personaje, sobre cómo ella creaba matices de mí, no me lo hubiera dicho ella misma en un intento por desahogar su dolor.
Probablemente si no me hubiese regalado todas la historias que creó conmigo como protagonista cuando la vi por última vez, yo me encontraría completamente confundido e incrédulo ante la actitud que sus amigos y familiares adoptaron hacia mí aquella tarde de lluvia, dentro de esa habitación silenciosa, todos estábamos vestidos de negro y su madre sostenía sus palabras en papel al tiempo que me miraba con rabia, culpándome, como era de esperarse que lo hiciera...
Ella también solía culparme.
Yo aún me culpo.
Su muerte fue atroz, lo tenía todo tan fríamente calculado, esperó el momento exacto en el que la estación del tren se encontrase abarrotaba a tope, también calculó el momento preciso en el que debía arrojarse para que su cuerpo quedase completamente destrozado, triturado, esparcido por el andén y los pasajeros, ni que decir del tren. Incluso se tomó la molestia de revisar los casos de suicidio que acontecieron seis meses antes. Aquello era prueba de que no estaba dispuesta a fallar.
La noticia me tomó por sorpresa, todo cobraba sentido, de la nada el dolor reapareció, tan violento como una tormenta eléctrica y una erupción volcánica en el mismo lugar, intenso y sin intenciones de desaparecer.
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Matices
Short StoryMientras yo vivía mi vida allá afuera, mientras yo intentaba superar lo que pudimos ser, ella se encerró en su habitación a escribir sobre mí...