Parte dos.

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Lisa estaba envuelta en nervios. Recibir aquella llamada, con Rosé llorando y pidiéndole que fuese por ella, no había sido lo mejor de la vida. En el autobús, su pierna y manos no acaban quietas, y tan sólo quería gritarle al conductor que pisara el pedal más rápido, pues la desesperación le estaba volviendo loca; y cuando al fin llegó a su destino, se bajó apresurada y corrió al parque en el que se encontraba su amada, y luego de buscarle con la mirada le vio, sentada en una banca con sus manos cubriendo su rostro, al parecer, aún llorando.

—¡Rosé! —le llamó con un grito, y la chica alzó su rostro volviéndolo a bajar en seguida y cubrirlo con sus manos nuevamente. Lisa se sentó a su lado, y le abrazó con fuerza—. Tranquila, ya estoy aquí... ¿Dónde está Hyungwon? ¿No estabas con él?

La aludida no respondió y tan sólo continuó sollozando en sus palmas.

—Rosie-ah, ya no llores, ¿sí? Cuéntame qué ha pasado —pidió, tratando de separar las manos de la pelinegra de su rostro con suavidad, sin lograrlo—. Rosé, por favor —rogó, sintiendo su alma ser destrozada al verle en aquel estado.

Fue entonces cuando Rosé descubrió su rostro, y cuando Lisa pudo sentir su ser anteriormente desgarrado envolverse en llamas de furia.

—¿Quién te ha hecho eso? —Inquirió. Su tono sereno, pero filoso.

Rosé negó con la cabeza y volvió a ocultar su mejilla mallugada y su labio roto. Lisa no podía creer lo que estaba viendo, y ya en su mente comenzaban a figurararse planes para extorsionar a la persona, o bien, al hombre que había lastimado a su amada.

—Fue él, ¿verdad? —Rosé no respondió—. ¡Rosé, responde!

—¡Fue un accidente, Lisa! —Exclamó, volviéndole a encarar—. Sólo... regresemos a casa.

Y Lisa no dijo más después de asentir. Su expresión se mantuvo en total seriedad. En el autobús de nuevo, se sentó en el asiento de la ventana, y su mano sujetaba la de Rosé con fuerza, hundiéndose en la furia e impotencia de no poder haber hecho algo para evitar que aquel bastardo lastimase a su chica. Y ya se había decidido, iba a luchar por ella, iba a apartar a Rosé de aquel ser despreciable, y asimismo, a ganarse su corazón.

🌸 🌸  🌸

La situación, sin embargo, continuó repitiéndose.  Porque Rosé no aceptó que Lisa le pidiese que terminara con su novio, y sus citas volvieron a darse. La rubia se sentía a morir en sobremanera cada vez que la pelinegra no escuchaba sus ruegos, y cerraba la puerta detrás de sí en camino a verse con Hyongwon, la ansiedad le carcomía, y en las noches desataba su rabia mediante lágrimas amargas. Porque Rosé le detenía e impedía ir por ese hombre y golpearlo hasta morir las próximas dos veces que regresó con golpes en su rostro, y las otras varias que le encontró moretones en el estómago.

Pero llegó el día en el que Lisa se hartó, y encaró a Rosé en cuanto le vio asomarse y entrar por la puerta a las once de la noche, con el izquierdo hinchado y un hematoma en proceso de formación.

—¡Déjame hacerlo! ¡Déjame ir por él y darle su merecido! Rosé, ¡¿Acaso no ves todo el daño que te hace?!

—Lisa, cálmate —pidió, envuelta en llanto, y sujetándole del brazo.

—¡¿Cómo me pides que me calme?! ¡¡No puedo permitir que te esté haciendo algo así!! —exclamaba con gran exaltación, la incredulidad haciéndole preguntarse porqué Rosé se comportaban de una forma tan estúpida.

—Tengo miedo, Lisa... Él puede hacerte daño, no quiero perderte —lamentaba la pelinegra, y fue hasta entonces que Lisa lo comprendió, pero aún así no dio su brazo a torcer en sus ganas de querer torturar a aquél hombre.

One more day. (ChaeLisa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora