La Divina Comedia (I Canto)
«A mitad del camino de la vida,
en una selva oscura me encontraba
porque mi ruta había extraviado.»Otoño de 1829, los viñedos de la ciudad de Florencia se favorecían con las uvadas de la estación.
Las calles para entonces tenían un aspecto Vintage. Estaba sentada en una banca de la Piazzale Michelangelo (Plaza de Miguel Ángel), desnudando una flor.
Vivía sola en una casa con olor a leña, no conocía el verdadero amor. De hecho, no iba de la mano conmigo desde que me engañaron en mi luna de miel. Acababa de terminar una relación y había sido fuerte: el irse, el que uno de los dos se fuera. Pues era como si hubiéramos criado un cachorro juntos, o como haber dejado tus discos en la camioneta de él.
Mientras la madrugada aun permanecía viva, despertaba a hornear panes y salía a venderlos en una canasta. Mi padre era un herrero quien un día por el gran orgullo de un hombre de pertenecer a una familia de clase alta, lo retaron a una justa y le atravesaron el corazón.
