—Me pasé la mañana viendo Nickelodeon en mi habitación para no tener que desayunar con ellos —les dijo Blair Waldorf a Kati Farkas e Isabel Coates, sus dos mejores amigas y compañeras del colegio Constance Billiard—. Mi madre le hizo una tortilla francesa. No tenía ni idea de que supiese cocinar.
Blair se enganchó el largo pelo castaño tras las orejas y le dio un sorbo al vaso de cristal tallado con whisky añejo de su madre. Ya iba por la segunda copa.
—¿Qué programas viste? —le preguntó Isabel, quitándole un pelo que le había caído en el chaqueta de punto de cashmere negra.
—¿Qué más da? —dijo Blair, pateando el suelo con impaciencia.
Llevaba sus nuevas bailarinas negras, serias y pijas, pero ella se lo podía permitir, porque en cualquier momento podía cambiar de opinión y ponerse sus largas botas baratas de punta y aquella sexy falda metalizada que su madre no podía ver ni en pintura. ¡Pof.
Convertida en un instante en una sexy gatita rockera. ¡Miau!
—El tema es que me pasé la mañana atrapada en mi habitación porque a ellos les apetecía un burdo desayuno romántico. ¡Los dos en bata de seda roja a juego y ni siquiera se ducharon! —Volvió a tomar un sorbo de whisky. La única forma de soportar la idea de que su madre se acostara con aquel hombre era cogerse una cogorza, una buena cogorza.
Por suerte, Blair y sus amigos pertenecían al tipo de familias que consideran que beber es tan comían como sonarse la nariz. Sus padres tenían la idea semieuropea de que cuanto más acceso tengan los chicos al alcohol, menos
probabilidades tendrán de abusar de él. Por lo tanto, Blair y sus amigos podían beber lo que quisiesen cuando quisiesen, siempre que sacasen buenas notas, conservasen el tipo
y no hiciesen el ridículo de vomitar en público, mearse en los pantalones o dar voces en la calle. La misma regla se aplicaba a todo lo demás, como el sexo o las drogas: mientas guardasen las apariencias, todo iba bien.
Pero no perdamos los papeles, que eso viene más tarde.
El hombre que alteraba tanto a Blair era Cyrus Rose, el nuevo novio de su madre. En aquel preciso instante, Cyrus Rose estaba en el otro extremo del salón, saludando a los invitados a la cena. Tenía el aspecto de alguien que te ayudaría a elegir un par de zapatos en Saks: calvo,
con un pequeño y poblado bigote y una tripa apenas disimulada por el brillante traje cruzado azul. Hacía tintinear las monedas del bolsillo incesantemente y, cuando se quitó la chaqueta, tenía unas desagradables manchas de sudor en los sobacos. Daba grandes risotadas y era muy tierno con la madre de Blair. Pero no era el padre de Blair. El año anterior, el padre de Blair se había marchado a Francia con otro hombre.
Es verdad, viven en un castillo y se dedican a los viñedos juntos, lo cual, en realidad, si se piensa, mola mogollón.
Por supuesto que nada de eso era culpa de Cyrus Rose, pero a Blair eso le traía sin cuidado. Consideraba a Cyrus un gordo inútil y totalmente insoportable. Pero esta noche Blair tendría que tolerar a Cyrus Rose porque la cena de su madre era en honor a él, y todos los amigos de los Waldorf estaban allí para conocerle: los Bass, con sus hijos Chuck y Donald; el señor Farkas y su hija, Kati; el conocido actor Arthur Coates, su esposa Titi y sus hijas, Isabel, Regina y Camilla; el Capitán Archibald, su esposa y su hijo Nate. Los únicos que faltaban todavía eran el señor y la señora van der Woodsen, cuya hija, Serena, y su hijo, Erik, se encontraban estudiando fuera.
Las cenas de la madre de Blair eran famosas y aquélla era la primera desde su tristemente célebre divorcio. Aquel verano habían redecorado el lujoso ático de los Waldorf de rojo oscuro y marrón chocolate, y estaba lleno de antigüedades y cuadros que habrían impresionado a cualquiera con conocimientos básicos de arte. En el centro de la mesa del comedor había una enorme ensaladera de plata llena de orquídeas blancas, flores de sauce y ramas de castaño, un arreglo moderno de Takashimaya, la tienda de artículos de lujo de la Quinta Avenida. Tarjetas doradas en los platos de porcelana indicaban a cada uno
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Gossip Girl 1 libro "COSAS DE CHICAS"
Novela Juvenilienvenido al Upper East Side de Nueva York, donde mis amigos y yo vivimos en enormes y fabulosos pisos y vamos a colegios exclusivos. Entra en el mundo de Gossip girl, un mundo habitado por la gente más fabulosa de la ciudad; un mundo de celos, trai...