○ PARTE ÚNICA ○

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Respiró muchas veces y hasta dio pequeños saltitos para que el miedo que le carcomía por dentro lo dejase de una vez. Jimin jamás había estado tan nervioso en toda su vida, ni siquiera en la operación que le hicieron para quitarle el apéndice. Su pecho subía y bajaba tan rápido que si no se calmaba pronto de seguro se desmayaría por hiperventilación, eso sería lo último que necesitaba.

"Detente o lo arruinarás", se decía a si mismo.

Sin pensarlo más, o de seguro estaría parado durante horas allí, tocó el timbre que se hallaba justo al frente de su mano derecha. El pitido resonó por el departamento llegando hasta donde el estaba ubicado como si diera aviso de que ya no había vuelta atrás. Volvió a respirar un par de veces más antes de que escuchase el pomo de la puerta girar. En el fondo sabía que era el momento indicado pero a la vez se cuestionaba a si mismo si sería capaz de hacerlo y es que habían muchas cosas que parecían ser trabas para que pudiese lograr su cometido.

− ¿Jimin?

Como esa voz por ejemplo.

El nombrado se irguió intentando mantener la compostura. Era algo tonto estar tan nervioso con alguien que conocía casi desde que gozaba de memoria, pero le era imposible controlar el temblor de su labio interior o la manía de masajear sus propios dedos. No importaba cuanto lo intentara, no podía calmarse frente a él por lo que estaba a punto de decir.

− Hola, Kookie.

Recibe una mirada confundida por parte del menor y espera que su actitud no lo delate, aunque eso si que era imposible. Quizá hubiese sido bastante fácil engañar a alguien que no lo conociese pero no pasaría lo mismo con Jeon Jungkook. Once años de amistad lo dejaban sin barreras para poder ocultar sus emociones.

− ¿Nos toca jugar videojuegos aquí hoy? Juro por Dios que pensé que era mañana.

Jimin se ríe ante la inocencia de su despistado mejor amigo. Así era Jungkook normalmente, un chico callado, amante de los videojuegos y que siempre parecía estar con la mente lejos en plutón. Recuerda que el tuvo que acercarse hasta él para entablar una conversación cuando ambos tenían siete años. Vivían en el mismo edificio y piso, más nunca habían cruzado siquiera miradas hasta ese día. Mientras Jimin era un alma llena de color que parecía esparcir felicidad cada vez que caminaba por algun lugar, Jungkook era la seriedad echa persona. Nadie entendía como dos chicos tan opuestos pudieron llegar a formar una amistad tan fuerte con el pasar del tiempo, muchos dijeron que se soportarían durante la infancia y luego se alejarían sin decir mucho. Jimin se alegraba en sobremanera de que aquello nunca sucediera.

− No, Kookie. Solo vine porque necesito contarte algo.

− Oh −susurra Jungkook y luego se encoje de hombros−. Entonces pasa, hablemos en mi habitación.

Jimin asiente para luego entrar por la puerta siguiendo a su mejor amigo.

Conforme caminaba por el pasillo del departamento muchas cosas se vinieron a su mente y todas ellas eran recuerdos al lado de Jungkook. Ambos se habían vuelto inseparables hacía bastante, casi los consideraban un pack ya que donde sea que estuviese Jimin, Jungkook también lo estaría. Aquello más que molestarlos solo les daba una excusa para seguir con sus rutinas, más que mal, ambos se necesitaban y consideraban al otro como una parte esencial de su vida.

Bueno, quizá Jimin lo veía como algo más que eso.

Cuando llegaron a la habitación de Jungkook lo primero que hace es sentarse sobre la cama. Conocía el lugar como la palma de su mano y sabía que allí era donde estaría más cómodo para poder decir todo lo que tenía atrapado en su pecho. Por su parte, Jungkook se sentó frente a el en un enorme puff negro que estaba tirado en un rincón. Frente a frente ambos se miran y Jimin no tiene idea de cómo empezar.

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⏰ Última actualización: Jul 06, 2017 ⏰

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