stars in his eyes ⊹ kookmin。

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El futuro.

La vida que tendrás más adelante, los logros, lo sueños cumplidos, familia, descendencia. Los días en los que tendrás una rutina diferente, con entorno diferente, cada que avanzas, con aspiraciones diferentes. Porque de eso se trata vivir, de probar cosas nuevas, evolucionar, mejorar, hacer de la estadía en el mundo la mejor parada que tu alma puede hacer.

Jimin pensaba que él no vivía, tan sólo existía. Porque estaba ahí, sentado en la mesa que le correspondía, en el aula que debía estar, en su universidad. Y estando allí, no hacía lo que los demás jóvenes; no pensaba en lo que haría después de clases, ni si iría a la fiesta del fin de semana. Sólo estaba allí, sentado, esperando a la campana que le dejara ir a su casa y sumirse en la tristeza hasta quedarse dormido de un dolor de cabeza.

Porque si nos poníamos a hablar de futuro, Jimin pensaba que en eso se basaría el resto de su vida.

El autodesprecio es una serpiente venenosa, el humano, esclavo de ese sentimiento. Muchas personas dicen que sentir odio hacia alguien es malo, pero ¿por qué se quedarán callados cuando dices que te odias a ti mismo? Meditan las palabras, porque muchos saben lo que estás sintiendo. Para pocos es un secreto lo difícil que es vivir sintiéndote odiado, y peor es cuando aquellos que te hacen sentir mal, te inculcan el sentimiento. El problema de Jimin tenía raíz en su hogar, el sitio turbio, tenso y monótono en el que le tocó vivir. Si bien sus padres nunca le habían puesto una mano encima, las palabras se encargaban de herirlo todo lo que un puño nunca hizo. "No te esfuerzas, eres demasiado vago" "supongo que muchos problemas nos hubiésemos ahorrado si no te hubiésemos tenido" "¡Haz algo decentemente, al menos una vez en tu vida!", y un sinfín de demás blasfemias han sido lanzadas a su ser. Al principio, cuando era pequeño, reprendía, se molestaba, se esforzaba en hacerles saber a sus padres que se sentía mal siendo tratado así. Mas llegó un punto en su vida en el que ya no se molestaba en hablar o hacer partícipe de lo que opinaba.

"porque, en ese punto de mi vida, me di cuenta de que tenían razón".

Después, la espina que más punzaba era la de la ansiedad social.

El acto de relacionarse con la gente, amistarse con alguien, salir a pasear en grupo. Definitivamente no era algo que quisiera hacer; ni en ese momento, ni después, ni nunca. Tan sólo pensar en la multitud, en las situaciones en las que puede acabar, en perder a alguien que quiso por decir algo erróneo... le causaba terror. En él nacía el miedo de hacer una vida, al menos intentarlo, y que por su culpa todo se le viniera abajo; así que prefería mantenerse al margen de todo. Podía vivir yendo a la universidad, no suponía problemas comiendo en el aula y saliendo primero que todos al irse, en eso se había basado su vida desde que recuerda de todos modos.

La ansiada campana resonó de la nada sacándolo de el ensimismamiento que lo había estado consumiendo, tardó más de lo que acostumbraba en salir. Había recogido sus materiales desde que el profesor había terminado de dar clases, unos cinco minutos antes, así que no tuvo problemas en salir volando de su silla a la puerta, casi literalmente. A pasos largos se alejó del aula a las escaleras, pero antes de que se dispusiera a bajarlas de dos en dos en la velocidad de siempre, sintió como halaban la manga de su remera desde atrás.

—¿Park Jimin? —escuchó al chico decir temeroso, Jimin sintió el sudor frío acumularse en su frente mientras se daba la vuelta.

—Yo... Huh, s-sí. —Respondió con dificultad, el otro muchacho se permitió el atisbo de una sonrisa.

—Soy Kim Taehyung. Estamos en la misma clase. —agregó él, relajando un poco más su cuerpo pero sin soltar su agarre.

Pasaron unos segundos en los que las miradas entre Jimin y Taehyung se dedicaban a simplemente verse las caras, uno la del otro y visceversa. Y si no hubiese sido por que Jimin decidió hablar, quien sabe cuánto tiempo más hubieran estado en esa posición.