"Casi no podía sentir la punta de mis dedos de tanto frío. No hacía más que estar sentado y eso me abrumaba, al estar todo tan silencioso volví a concentrarme en el caer incesante de una gota, que ya hasta me había acostumbrado el peculiar sonido, "plock-plock", el grillar de un grillo me hacía saber que era de noche, y al no saber absolutamente nada más que eso me sentía aliviado del dato. Llevaba varios días acá, y algo me decía que no iba a escapar, eso no era lo que más me asustaba. Me estaba aterrando la idea de que me estaba acostumbrando a esta situación.
-Hola-susurro, no había sentido su presencia al llegar. De todas formas no podía responderle- por dios te estas congelando-su voz, su hermosa voz mostraba cuánto se preocupaba por mí y lo agradecía, lo agradecía y me encantaba que lo hiciera. Al instante sentí como una gran manta me cubría la espalda- muy bien espero que eso funcione- suspiro.
-¿Que carajos estás haciendo?- había llegado el poseedor de una de la voces siniestras, los dos primeros días había tenido pesadillas gracias a sus voces. Cabe aclarar que no temía que me hiciera daño a mí, en absoluto, era a ella a quien yo, aun estando amarrado y cegado, quería proteger, pero me era imposible.
-No podemos dejarlo que muera de hipotermia o si- se defendió ella, sentí sus pasos rápidos y profundos acercarse- Suéltame idiota- Podía verlo, ella tan indefensa forcejando contra un ser voluptuoso grande y siniestro sin compasión. Quería desatar mis manos, soltarme y ayudarla. Gritaba pero los sonido que hacia eran amortiguados por la mordaza que habían colocado en mi boca. Otra vez no podía hacer nada, el sonido de esa gran puerta volvió a resonar, supe que se la había llevado.
***
Me desperté agitado, necesitaba agua, sentía la garganta seca y eso me estaba desesperando, ni siquiera podía toser con libertad. Necesitaba beber algo urgente.
-Oh de seguro tienes sed- ella hablo, como pude asentí para hacerle saber que estaba en lo correcto. Escuche atentamente como hacía unos pasos y llenaba un recipiente con agua de alguna canilla del lugar, luego sus pasos volvían a acercarse a donde yo estaba y apoyaba el recipiente en el suelo mientras con sus manos desataba el nudo que me amordazaba. Al fin y sin nada que cubriera mi cavidad bucal respire profundamente, como si hubiese estado aguantando la respiración por varios segundos bajo el agua y ahora recién podía salir al superficie y mis pulmones se llenaban de oxígeno. Al instante sentí el frio del metal en mis labios y supe que podía beber agua. No me había dado cuenta hasta ese momento que tan deliciosa podía ser, y tampoco que tan seca tenía la garganta. Simplemente estaba agradecido de que ella me ayudara con eso.
-Debes de pensar que soy un monstruo- dijo con voz apenada, claro si yo estuviese en sus zapatos me sentiría de la misma forma.
-No- logre decir. Mi voz salió tan ronca, tan áspera que casi no me reconozco.
-Supongo que no sabes lo que dices-Ella suspiro- en cuanto te encuentren podrás volver a tu casa, a tu vida, ya veraz- no podía verla pero aun así la vi con una sonrisa en su rostro, una sonrisa melancólica, ella se equivocaba, no quería irme, quería ver su rostro. Yo sabía que pronto me encontrarían aunque el resto de los que me mantenían secuestrado me decían que no sería muy fácil salir de acá, y es lo que yo rogaba, no quería irme y dejarla a ella sola. No quería irme.
Nunca antes pensé vivir una situación semejante a esta, nunca pensé que me iban a secuestrar, aunque el riesgo siempre estuvo por ser el hijo de uno de los empresarios más ricos de NYC, de todas formas creía ser feliz estando libre. Solía escribir con ser libre pero ahora lo único que deseaba era estar aquí con ella porque ya estaba acostumbrado a su voz, a su presencia que no sabía si cuando me rescataran podría siquiera volver a dormir, y para eso era mejor no ser rescatado.
***
-Lleva una maldita semana aquí debemos dejarlo ir- la escuche suplicar entre medio de un sueño. No podía despejarme del todo, me dolía el cuello, la espalda y la cintura, estaba destruido pero no quería que me dejaran ir. Era eso lo que ella estaba negociando con sus colegas, mi libertad pero ¿Quién quería su libertad cuando no la tenía a ella?
-Ni lo sueñes chula no lo dejaremos ir hasta que su papito nos de la recompensa que le estamos pidiendo- rio uno. La voz número tres, así la había apodado. Porque eran tres hombres y ella.
-No pueden ser tan ambiciosos, es que no se dan cuenta de que puede morir- se estaba quebrando, la sentía a punto de llorar. No quería que llorara por mí, tampoco que suplicara para que me dejaran ir. De verdad que no quería.
-Por dios, ¿tenías que meter a tu estúpida hermana en todo esto imbécil?-
***
Sentía un cosquilleo por mis dos brazos. Estaban siendo liberados, lentamente pude mover mis hombros, quería llorar de la incomodidad que sentía de verdad que me dolía hasta el más mínimo movimiento. Me di cuenta de que no tenía puesta la mordaza.
-Shh no vayas a gritar- susurro ella masajeando mis muñecas-Eh avisado a la policía que te teníamos aquí confeso- Debia soltarte porque no te dejaran ir tan fácilmente. Te voy a llevar hasta la salida y solo hay te quitare la venda- me ayudo a pararme-solo espero que puedas perdonarme-
Dios que estaba haciendo, me estaba dejando libre.
-Ven-dije con dificultad, no había hablado en días- con...migo- termine de formular la oración.
-¿Que dices? ¿Acaso enloqueciste?- Detuvo su caminar y yo choque contra ella. Era mucho más bajita que yo, pude notar, aun así me sostuvo porque estuve a punto de caer. Estaba muy débil. –Ven por aquí-
-¿Dónde mierda estas? ¿Qué carajos hiciste estúpida?- oímos un grito. Venían por ella, iban a hacerle daño por liberarme.
-Ven conmigo...te...van...a las...timar- le suplique.
-Puedo defenderme de ellos, en cambio tú en este estado no puedes- De repente se sintieron sirenas de la policía. Había mucho ruido y hasta un par de disparos. Con sus pequeñas manos empezó a desatar el nudo que tenía la venda, ya cuando nada cubría mi rostro quería abrir mis ojos para poder verla a ella. Estaba sujetando su mano, mejor dicho me estaba aferrando a su mano. Me dolían los ojos y no podía abrirlos, en medio de la desesperación, los gritos los disparos.
-Debo irme- me susurro- me van a atrapar- dejo un beso en mi mejilla.
-No...te vayas- le suplique. Me estaba desesperando, la chica era una de mis captoras, ella había participado en mi secuestro y yo no quería que me dejara. Lo primero que pude ver fue como su mano se desprendía de la mía. Veía borroso pero veía. Ella se estaba alejando y yo iba tras ella.
-Mira lo...que...has hecho- logre gritar en medio de la confusión- yo...nunca te...dejare ir-
-Ahora eres libres- me grito de vuelta ella.
-Toda mi vida he andado por mi cuenta, y me gustaba- tosí un poco- pero ahora estamos juntos y solos...y...no hay otro...lugar donde quiera...estar- finalice, ella camino de vuelta hacia a mí.
-ALTO LAS MANOS- gritaron un montón de policías a nuestro alrededor. Ella miro a todos los rincones asustada.-QUIETOS O DISPARO-
Tenía miedo, yo también lo tenía.
No sé cómo fue, ella solo intento correr y yo comprendiendo su forma de actuar, intente impedirlo. No lo impedir que hullera, sino también que le dispararan.
-¡BASTA!- había gritado para detener todo ese desastre, todo paso en cámara lenta, cuando volví a mirarla, solo fui capaz de mirarla a los ojos y sentir el mismo dolor cuando el espantoso sonido del arma al ser disparada más de una vez resonó en todo el lugar. No entendía que pasaba, yo la veía asustada y ella igual a mí. Aunque sostenía sus manos y eso calmaba un poco el sin fin de emociones que en mi pecho se agolpaban.
¿Dónde estaba? Quién sabe. Pero no quería irme sin ella. Tome su mano aún más fuerte y le sonreí, ella también me sonrió. Me sentía flotar, sentía que ella estaba flotando conmigo.
Yo supe que mi libertad estaba con ella, porque simplemente sin ella estaba cautivo. Lo siento, mi síndrome de Estocolmo decía que merecíamos morir los dos"
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Stockholm Syndrome (H.S)
Short Story"Síndrome de Estocolmo" (Trastorno psicológico que sufre una persona al ser secuestrada, la cual se muestra comprensiva ante sus secuestradores durante el secuestro o después de ser liberada)